El miedo como aliado

dominical guerrero 31-1-16

“El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro.” Woody Allen

Sin duda vivimos tiempos difíciles. No obstante, en muchos aspectos no son más difíciles o más dramáticos que en  épocas anteriores, ya sean recientes o más lejanas en el tiempo. Lo que nos diferencia de esas épocas pasadas es nuestra manera de afrontar las diferentes crisis que asolan este mundo posmoderno y decadente; LAS VERDADERAS: crisis ecológica, humanitaria, de valores… y las PROVOCADAS: esa perversamente llamada “crisis” económica, producto de una auténtica estafa financiera planetaria y que anticipa un colapso económico mundial.

Las sociedades actuales, especialmente las de la opulencia del 1er mundo,han involucionado peligrosamente, asimilando aquellos miedos infundidos a sangre y fuego por el capitalismo que todo lo pudre y lo envenena: Miedo a fracasar,  miedo a ser peor que tu vecin@/amig@/compañer@, miedo a defraudar a tus padres,  miedo a ser rechazado por la/el chic@ que te gusta o simplemente por ser gord@, fe@, friky, etc… Miedo a no encajar aquí o allá, miedo a trabajar/estudiar o a no poder hacerlo, miedo a perder tu trabajo o a que me lo quite otr@. Miedo a no poder consumir lo que me intentan vender y que en muchas ocasiones no necesito…

Y finalmente los miedos 2.0: miedo a protestar contra las injusticias o a que si lo hago me peguen,  me encierren o me multen… Y como consecuencia de esto último empieza otro bucle de miedos:miedo a perder la nómina, el coche,  la casa, y otra vez el acceso al consumo…. Estos últimos miedos, todos relacionados estrechamente con nuestra vida de consumidores y esclavos obedientes del sistema.

Todos esos miedos nos atenazan, nos paralizan y nos aterran porque creemos que todo eso que tememos perder, nos corresponde por derecho de nacimiento y que siempre ha estado ahí. Ese es el gran error que cometemos. Mucho de lo que ahora tememos perder, o peor, de lo que estamos perdiendo, nunca fue disfrutado ni vivido por aquell@s que lucharon en el pasado y murieron en el intento por conseguirlo. Algunos lo lograron, no sin mucho sufrimiento y derramamiento de sangre, y por eso las luchas de ayer conquistaron los derechos de hoy. Pero de momento, no parece que las luchas de hoy vayan a ser los derechos del mañana. Nos hemos convertido en una sociedad egoísta, individualista y terriblemente miedosa, incapaz de superar esos falsos miedos.

Hay otros miedos. Miedos que son necesarios y que por supuesto, no están relacionados con la pérdida de lo material. Son miedos basados en la preocupación por la futura desaparición de la vida social, de los valores humanos, miedo a no ver cumplido ese anhelo de un futuro diferente, justo e igualitario. Miedo a no lograr la transformación y creación de un mundo donde quepan todos los mundos. Miedo a rendirse, miedo a morir en vida, miedo a no reconocerse en el espejo, a perder toda esperanza. Estos miedos, lejos de ser malos, son los miedos que nos deberían preocupar en estos momentos y los que seguro nos ayudarán a eliminar esos “otros miedos” inyectados por el sistema. Si consiguiéramos aceptarlos como compañeros de camino y fuéramos capaces de sentirlos y convivir con ellos, bastarían para activarnos, ponernos en camino y no parar hasta conseguir todo aquello que soñamos. Porque esos miedos, relacionados con lo verdaderamente importante, son reales, están ahí y amenazan con quedarse para siempre, a menos claro, que superemos esas falsas fobias que el capitalismo nos ha pintado en ese escenario de papel que como vemos, se está resquebrajando irremediablemente, arrastrando todo lo viejo, pero impidiendo que llegue lo nuevo. Y hete aquí otro de los miedos de esta sociedad: EL MIEDO AL CAMBIO.

Al final, resulta una batalla de miedos reales contra miedos infundidos. Si algún día conseguimos aliarnos con esos miedos reales para vencer a los ficticios y conseguimos superar el temor a lo desconocido, a eso que no existe y que está por nacer,  quizás ese día estemos preparad@s para CREER y por tanto CREAR un mundo totalmente diferente donde ya no quepan tantos miedos. Ni unos ni otros.

Mientras tanto, hagámonos amigos de los verdaderos miedos, valorémoslos y tengámoslos en cuenta, porque si no lo hacemos, no vamos a encontrar ni las fuerzas ni la motivación necesarias para cambiar las cosas.

Y desde luego no estamos como para ir esperando que un ser divino nos salve del apocalipsis capitalista.

José Guerrero Moliner.
Autor del blog La Pastilla Roja.

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