En la pobreza y en otros infortunios de la vida, los amigos verdaderos son un refugio. Aristóteles.
Estos días se cumplirá un año desde que Eliseo Bartolomé Soriano se marchó y nos dejó para siempre. Pasado dicho tiempo, me gustaría compartir en su memoria palabras que salen de dentro, momentos compartidos y algunos recuerdos hacia mi buen amigo.
Empezando por la niñez, Eliseo y yo desde bien chiquillos compartimos vecindad, amistad e ilusiones, además de los escasos recursos de que disponíamos. Tal y como dice la letra de una canción, teníamos los sueños pendientes y los fracasos cumplidos, pero éramos felices juntos.
Respecto a su persona, ofrecía todo cuanto tenía sin esperar nada a cambio. Desde bien crío empezó a trabajar duro y sin pausa alguna, hasta su jubilación. Dado que era un trabajador incansable, antepuso su trabajo a la comodidad de un hogar tranquilo. Siempre estaba disponible, por lo que sobresalió en todos cometidos y oficios que le tocó emprender, siendo su última y querida profesión la de chófer, o camionero, como a él le gustaba decir.
Al transcurso del tiempo nuestra amistad permaneció siempre intacta, cada uno por el camino laboral que nos había tocado, y cuando coincidíamos en algún lugar o acontecimiento, era motivo de júbilo. Recuerdo que me comentaba las cosas que teníamos que hacer juntos, aquello que nos quedaba en el tintero, pero fuese lo que fuese… siempre ilusionados como dos críos. Y así fueron pasando todos esos años hasta su marcha.
Por su jubilación, en julio de 2016, su familia le preparó una fiesta sorpresa. Aquella noche no faltó detalle alguno, todo estaba a la altura que él merecía. El ambiente no pudo ser mejor, lo respiramos todas las personas que compartimos ese momento junto a nuestro amigo Eliseo, que se mostraba radiante de felicidad. También hubo tiempo para dedicarle, desde el cariño, algunas palabras, tanto de familiares como de amigos. Por ejemplo:
Eliseo, mi amigo.
En primer lugar, muchas felicidades por tu jubilación. ¡Ahora vas a descansar como es debido! Aprovecha la jubilación para vivir la vida que siempre has querido. No te jubilas para descansar y aburrirte… ahora dejarás de pensar en el trabajo y comenzarás a pensar todo el tiempo en vivir.
La amistad es uno de los regalos más valiosos con los que podemos contar, pues tener, aunque sea un único pero buen amigo, es lo mejor que nos puede suceder en la vida. Hoy me siento bien de saber que siempre tuve, y sigo teniendo, un amigo cómo tú, que me ha aguantado incondicionalmente, con todos mis defectos y virtudes, y aunque nunca te dije algo así, solo quiero que sepas que me siento muy afortunado de contar con tu amistad y apoyo, porque tú no juzgas y siempre has estado ahí para ayudarme como un hermano. Gracias por estar siempre a mi lado, eres mi mejor amigo y nada ni nadie podrá cambiar esto.
Finalmente, solo me queda decirte que te jubilas del trabajo pero no de la vida, así que vivámosla.
Y así fue transcurriendo toda la velada, con mucha alegría y manifestaciones de afecto hacia él. Aquella noche fue memorable.
Por otro lado, a Eliseo y a mí nos gustaban las motos. Siempre que podíamos nos desplazábamos con ellas y hacíamos turismo rural, visitábamos lugares más o menos cercanos, pero todos con encanto. En nuestros destinos solíamos almorzar tranquilamente, disfrutábamos con nuestras tertulias, pequeños y grandes comentarios, siempre constructivos. No obstante, nuestra afición duró solamente un par de años, porque en nuestra última salida al Rincón de Ademuz, ya de vuelta a casa, Eliseo se cayó de la moto y, cuatro meses más tarde, después de sufrir lo insufrible, nos dejó para siempre.
Quiero recordar que Eliseo que era muy de sus raíces… quiso que sus cenizas fueran esparcidas por la tierra que le había visto nacer, incluso en la carretera, donde tanto tiempo pasó. Siendo así, sus deseos fueron cumplidos en su último viaje.
De aquel momento, querido amigo, tengo un lamento, y es que jamás hubiese podido pensar (ni en sueños) que cuando volviéramos de nuevo a estas, tus tierras, sería de esta forma y manera. La vida no ha sido justa contigo, pues cuando empezabas a vivirla, te la arrebataron. Muy a nuestro pesar, tendremos que acostumbrarnos a tu ausencia, pero, eso sí, jamás dejarás de vivir en nuestro recuerdo. Fuiste el amigo incondicional que todos quisieran tener.
Descansa en paz, amigo.
Jesús Rogelio Carreño Garrido
Viajero incansable