Agatha Christie, Gabriela Mistral, Isabel Allende, Jane Austen, Virginia Woolf, Mary Shelley, Gloria Fuertes, Rosalía de Castro, Ana María Matute, Almudena Grandes, Espido Freire o Tracy Chevalier, son solo algunos de los nombres de grandes escritoras y poetisas cuya obra tiene una gran importancia para la literatura mundial.
Casi todas, especialmente las de épocas más antiguas, tuvieron que sortear distintos obstáculos para poder dar a conocer su obra, y otras murieron sin ver como sus escritos eran conocidos por la sociedad, por el simple hecho de ser mujeres.
Este 8 de marzo queremos rendir homenaje a todas aquellas mujeres que, a lo largo de la historia, y sin tenerlo fácil, se abrieron camino en el mundo de la literatura, otro de los campos reservado tradicionalmente a los hombres. En este sentido cabe recordar que, en mayor o menor grado, siempre han existido mujeres interesadas en la escritura, la literatura o la poesía, sin embargo, han sido silenciadas, como es el caso de Hortensia, la primera oradora romana que en el año 42 a.C. pronunció en el foro romano un alegato contra la tributación de las mujeres romanas para financiar la guerra contra los asesinos de César. Fue Giovanni Boccaccio, quien siglos después la mencionó en su obra De mulieribus claribus, gracias a un texto del historiador romano Apiano. Esta historia, que se podría considerar anecdótica, es un continuo mantra que se repite a lo largo de los siglos: una mujer que realiza una acción o hazaña importante para un colectivo, y que es silenciada e ignorada poco después.
En el mundo antiguo, la historia de Hortensia no es un caso aislado, se encuentran muchas más mujeres relacionadas con la literatura, la poesía y la oratoria, como es el caso de la poetisa Safo. La mayoría de estas mujeres estaban recluidas en un espacio doméstico aislado, fuera de todo contacto con las academias, y eran solamente las que contaban con un nivel económico elevado, las que podían dedicarse a ello.
Durante la Edad Media, y parte del Renacimiento, el rol que jugaba la mujer en la literatura era el mismo que en la época antigua, incluso podría decirse, que en algunos momentos retrocedió un paso. Las mujeres debían instruirse solamente para cumplir una función meramente doméstica, con eso bastaba, y se consideraba peligroso e inadecuado que se dedicasen a las letras. No obstante, existieron mujeres que tomaron pluma y tinta y se convirtieron en sujetos activos de la literatura. Es necesario aclarar que muchas de estas mujeres estaban bajo la tutela y supervisión de un ambiente religioso y/o masculino, por lo tanto, en algunas ocasiones, las obras, cartas o poemas, no contaban con una esencia libre, sino que más bien estaban distorsionadas por la sociedad patriarcal masculina. A pesar de ello, el listado de mujeres escritoras en esta época es largo, y contamos con nombres como Isabel de Villena, Florencia Pinar, María de Ventardorn o Cristina de Pizán. Algunas de estas mujeres, fueron perseguidas y condenadas por la Inquisición por ejercer la escritura y opinar sobre temas un tanto delicados, es el caso de Santa Teresa de Jesús.
Con el paso de los tiempos, la situación evolucionó un poco, aunque en absoluto se igualó a la del hombre. Algunas escritoras, como Jane Austen o Charlotte Bronte, autora de Jane Eyre, escondían sus textos por vergüenza, para que nadie descubriese su afición. Otras, cuando conseguían finalizar sus obras literarias, tenían que pasar la autoría a sus maridos, padres o hermanos, para poder publicar, o incluso utilizar un seudónimo masculino. A mediados del XIX, con la corriente realista, la literatura se decantó por la búsqueda de la realidad objetiva, y se reivindicaron nuevos ejemplos de mujeres literarias. Ya no se encontraban solamente la mujer casta y pura, reina de su hogar; y la malvada, y pecaminosa. En este momento la literatura comenzó a plasmar heroínas inconformistas con sus vidas que no estaban de acuerdo con su destino y elegían seguir sus propios instintos. De ahí surgen historias como Madame Bobary o La Casa de Bernarda Alba, aunque irónicamente estas obras fueron escritas por hombres.
Con el nacimiento de los movimientos feministas, el género literario escrito por mujeres comenzó a cobrar gran poder a principios del siglo XX de la mano de Simone de Beauvoir o Virginia Woolf, quien en 1929 publicó su ensayo Una habitación propia, donde reivindicaba un espacio en el mundo de la literatura para escritoras que se ven forzadas a hacerse un hueco en un mundo dominado por hombres.
Contemporáneamente las escritoras han comenzado a tener un lugar en las estanterías de las bibliotecas y en las librerías, encontrando nombres como Gabriela Mistral, Sylvia Plath, Marguerite Duras, Ana María Matute etc. Sin embargo, a día de hoy todavía queda mucho camino por recorrer hacia la igualdad completa entre hombres y mujeres, no solo en el mundo de la literatura, sino en general.
Beatriz Ginés Fuster
Licenciada en Hª del Arte
Amparo Gómez Pérez
Licenciada en Humanidades