Vuelve el Mano a Mano

¿Qué es el Mano a Mano para mí? ¿Cuánto ha significado? Estas y muchas preguntas más me vienen a la mente cada vez que pienso y oigo hablar del Mano a Mano. Siempre se despierta un orgullo interno y una suma de emociones que no es fácil de explicar, pero que bien merece un intento.

Como ya pinto canas, comenzaré diciendo que he sido uno de los privilegiados que ha visto el Mano a Mano crecer hasta lo que se ha convertido en estos momentos, ese espectáculo musical incomparable en un enclave único, como es el Auditorio Municipal. 

Por lo que a mí respecta, lo he podido disfrutar desde niño. En mi primer Mano a Mano tenía 10 años y recuerdo que se realizaba en un paseo de San Luis abarrotado y con las bandas subidas en un entarimado donde casi no se cabía. 

Recuerdo que «Los Feos» habíamos ido ese año al Certamen de Valencia y, como se hacía en aquella época, repetimos el mismo repertorio o prácticamente igual que el que se llevó al Certamen. Era una época donde montar obras importantes era un trabajo muy costoso y había que sacarle rendimiento. Es cierto que había ya músicos excelentes, pero el núcleo eran personas trabajadoras con una formación musical diferente a la actual, que invertían su tiempo libre en ensayar una y otra vez para poder «salvar el papelico». Fue una experiencia fantástica, aunque la recuerdo un tanto caótica.

¡Había que darle una vuelta al tema!, y vaya si se le dio. Es justo reconocer que, un año más tarde, algo llegó para quedarse y para darle al evento esa notoriedad que tiene en la actualidad, nuestro Auditorio Municipal. 

Eso lo convirtió en un evento de mayor envergadura, pero aún había algo que se podía y debía mejorar, en mi opinión. Entrados en la década de los 90 el Mano a Mano ya tenía una importante repercusión, pero la música se compartía con la Feria y era algo «normal» estar escuchando a tu banda y fuera del auditorio haber un escándalo importante. Y esto era así porque el Mano a Mano se realizaba el día antes de la Tomatina y, además, con un paseo de San Luis abarrotado de feriantes.

Fueron años de ajuste hasta que al final se tomó la decisión de sacarlo de esa semana tan «festiva» para darle al Mano a Mano su protagonismo. 

En mi opinión fue la mejor decisión posible, pues ya teníamos a las bandas bien engrasadas, con un aumento de nivel exponencial que nos permitía presentar unos repertorios de grandísimo nivel, un recinto único y algo que se necesita para poder disfrutar de la música: el silencio. 

Y digo esto porque todo lo demás ya se tenía. Hablamos de la pasión, del orgullo, de la «sana» rivalidad, los sentimientos a flor de piel… 

Ahora estábamos completos. Por fín se podía disfrutar mejor del trabajo realizado con tanto empeño. Son tantos ensayos tarde y noche, parciales, por cuerdas… Porque el Mano a Mano no es sólo la actuación de la noche, es todo, la preparación del mismo es igual o más importante que la propia actuación. 

A nivel social es un fenómeno único, donde músicos de todas las generaciones se comprometen por igual para dar lo máximo de sí por el bien de su sociedad. 

Aunque en algunos casos la mejor forma de ayudar es callar. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Cuando hice mi primer Mano a Mano, ese que he contado con anterioridad, tuve la suerte de compartir atril con «El Tío Dorao», y ya me enseñó entonces a callar. Sus palabras siempre han resonado en mi cabeza «el buen músico es aquel que toca bien y aquel se sabe callar cuando hace falta». Para todos los jóvenes o no tan jóvenes, si leéis esto, intentad probarlo. ¡Funciona!

Bueno, y qué decir del después de la actuación. No recuerdo nunca una noche triste. Es una noche de compartir, de sacar esa tensión contenida a lo largo de la preparación, de celebrar juntos el éxito. Músicos, directivos, tejido social, simpatizantes…, una auténtica fiesta de alegría y orgullo. 

Porque siempre es un éxito. Preguntes a quien preguentes, «Litro, Feos»-«Feos, Litro», esa noche han ganado ellos, cuando la única que gana siempre es la música. 

Todo parece indicar que en la actualidad hasta eso ha cambiado. Recuerdo que antes cada sociedad musical festejaba ese éxito en su local social. Como si todavía nos estuviermamos batiendo en duelo, la rivalidad no se acababa en el escenario, sino que preduraba en la celebración. Incluso hoy todavía hay personas que no pisan el local social de la otra sociedad. Cierto es que, en la mayoría de los casos, esto ha cambiado y es normal peregrinar entre ambas sociedades para intercambiar impresiones y «festejar» juntos el triunfo de la música. 

Porque, si me quedo con algo, es que para mí ese día es el triunfo de la música.

Y como es un artículo de opinión, aprovechando el tirón del Mano a Mano, me gustaría lanzar unas preguntas a los lectores. ¿Nos gusta la música en Buñol o sólo somos «forofos» de aquello con lo que hemos crecido y con lo que nos hemos identificado? ¿Nos solemos quedar a escuchar a la otra banda? ¿ Los propios músicos vamos a escuchar música o sólo queremos que nos escuchen a nosotros? Yo tengo claras las respuestas, pero eso ya sería otro debate. Vamos a disfrutar de esta 47ª edición que tanto se ha demorado, y no por falta de ganas. Vamos a abarrotar ese gran Auditorio Municipal que tenemos y convirtamos esa noche en mágica una vez más. Yo, por mi parte, iré al Mano a Mano, porque sin público nada de lo escrito en este artículo tiene sentido. Y, sobre todo, acordaos de acercar a los niños. ¡Son el futuro!  

Yo voy al Mano a Mano.

Juan Luis Pallás Lambíes
Músico y aficionado al solfeo del bueno

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