Chauli

Malas y tristes noticias nos azotaron este pasado marzo con el fallecimiento de Jaime Rehués «Chauli». Hijo del Rock and Roll y las artes, demasiado joven para irse, y demasiado bueno en lo suyo.

Aunque para él, la música quedaba en un segundo plano en la actualidad, siendo el diseño y la animación su profesionalización fuerte, «Chauli» ha sido para muchos de nosotros (músicos de rock, carne de local de ensayo, cerveceros incólumes, e hijos de la anarquía variopintos), un muso. Una gran influencia y un ejemplo de actitud.

No voy a escribir un texto institucional y general, ya que ese momento llegará, bien elaborado por el Club de Rock Buñol (o quizás el ayuntamiento, aunque no los veo muy por la labor así a priori, y ojalá me equivoque), en el cual Chauli se encontraba, sino un texto personal, donde narraré los momentos en los que creo que Jaime me marcó, influyó, o que compartimos.

Mi primer recuerdo de Chauli, no recuerdo el año, pero fue en la Falla Ventas, allá por el principio de los 90. Yo era muy fan de los Noli Me Tangere (grupasso buñolero donde los hubiere) y mi padre me llevó a verlos. Antes tocaba «El Púlper», un Púlper que venía de los «Psicópatas en Libertad», y si mi memoria no falla, iban en formato trío, con Vladi a la batería, Kike al bajo y Chauli a la guitarra. Juraría que cantaba Chauli, y el repertorio era híbrido de Psicópatas con esta nueva marca, «El Púlper». Recuerdo la pose, la actitud, y guardo imágenes de canciones que hacían alusiones a trenes que van hacia la destrucción, a toda velocidad, e inexorablemente. Humo y Rock and Roll, justo lo que me gusta.

Más tarde, y aún en los 90, me hice fan incondicional del nuevo «El Púlper», refundado por el propio Chauli y que contaba con Foskitos a la voz, Portu al bajo, y Chimo a la batería. Esta es la formación que más compuso, que grabó, que tocó mucho… fueron los años dorados de «El Púlper», y el primer corte de pelo de Chauli en el videoclip de su single «Caroline», cuyo videoclip existe, aunque no está en redes sociales. Luego cambió el grupo de integrantes, entrando Virginia «Pastora» a la voz, Berny a la guitarra, y «El Cubano» (homo alborachensis) al bajo. Pero aquí las inquietudes artísticas de Chauli se diversificaron.

Mientras esto iba para adelante, «Chauli», incansable creador, montó el «Cuarteto Eléctrico», donde Fernando Ramiro, José Luís Riteto y Chauli tocaban la guitarra, y yo el bajo. Tratábamos de hacer «música de cámara» con estos eléctricos medios… Recuerdo ensayar el Canon de Pachelbel una y otra vez, generando trauma en el bajista, que se curaba con la interpretación del Tubular Bells de Mike Oldfield. El grupo quedó en unos ensayos, muy divertidos y sonados.

Recuerdo a Chauli tocando temas de Joe Satriani de una manera bestial, técnicamente muy depurada y profesional, y lo recuerdo ensayando incansable para ofrecer lo mejor de sí mismo en directo… No le valían los atajos, sólo el esfuerzo.

Lo recuerdo con su guitarra para zurdos cuando vino al bancal con Huevos García, o cuando los Chorra n’Rock fuimos con El Púlper a Requena a tocar… 

Recuerdo comprar cajas enteras de quintos. Recuerdo las cenas en Yátova, con show incluido, y las míticas Nocheviejas… donde en una, en concreto, despertamos en el local de El Púlper por el suelo, por los sofás, por todas partes…

Recuerdo las partidas de rol… donde jugábamos al Aquelarre (juego de rol demoniaco medieval), y no se me enfaden los demás, pero el único que jugaba bien era el propio Chauli y su personaje, el poderosísimo mago Alfredo Pitoalegre. Longeva ficha que fue asesinada por los Caballeros Templarios debido a su afiliación satánica.

Recuerdo a Chauli en su estudio de animación, verlo trabajar en algo tan costoso, pero con tan buenos resultados. Recuerdo los videoclips que nos hizo a Malsujeto para nuestro disco «Paraíso/Infierno», que se pueden ver en Youtube buscando las canciones «Sueños de Cristal» y «Capitán del Horizonte».

Recuerdo al Chauli que se venía a los conciertos a echar una mano y a repartir su alegría, su eterna sonrisa, haciendo amigos allá por donde iba, repitiendo la historia del pajarito y haciendo gala de su genética punk inversa. Sólo risas, siempre risas.

Y recuerdo al último Chauli, de vuelta en el rock and roll con los «Soca-Brown», su última banda, donde se acopló perfectamente y, desde el primer solo, aportó a este grupo justo lo que necesitaba.

Sin duda tod@s le echaremos de menos, al menos en una de sus facetas, si no en todas… pero fuera de la música siempre le recordaremos sonriendo, alegre, contento, entre risas, porque así era Chauli, y así hay que recordarle.

Adiós amigo.

Enrique Hernández Pérez
Cronista recordador y amigo de Chauli

Share This Post

Post Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.