Annus Horribilis (Parte 2): Esto es una mierda

Al igual que en Agosto del año pasado, es hora de llorar. Se hace lo que se puede, pero es una mierda, y una mierda es lo que es: una MIERDA.

No ha cambiado mucho la situación para los artistas que ofrecen música con grupo al completo, amplis, electricidad, tralla y decibelios y lo que hay es una broma de dudoso gusto, por no decir una MIERDA.

Se han hecho festivales de música, y conciertos, muchos de ellos de larga trayectoria (tanto festis como grupos), y realizados para aprovechar las inversiones de los organizadores y promotores (cosa que no me parece mal en absoluto), y también para muchos grupos (cuya única fuente de ingresos es «esa»), pero, ¿a qué precio? Al precio de ser una MIERDA.

Hay dos formas de hacer las cosas, y muy poca gente puede sobrevivir sin hacer el ridículo, la descontextualización marciana, o la estampa surrealista… 

Lo que se «gana» por un lado se pierde por otro, y no me refiero al dinero, sino a la dignidad.

Es un problema sin solución, y en este mes, gris en todos los aspectos para casi tod@s, trataré de dar mi opinión de una manera fría, pero sin ofender a nadie, cosa fácil, ya que no hablaré ni de tauromaquia ni de los VOXmitivos, solo de MIERDA, aunque ambos colectivos puedan sentirse identificados con la MIERDA.

El tema es un «quiero y no puedo» de muchas bandas «dedepié», que tocan como si fuera «dedepié», pero es «desentau», vamos, una MIERDA.

Festivales de grupos ultrafestivos que hacen su concierto bailongo normal pero con el cantante y la organización «amenazando» (en lugar de «amenizando») al público «desentau» que se pone «dedepié» para tratar de que la velada sea menos MIERDA. 

Ver a tu grupo punk-rock favorito un domingo por la mañana «desentau» metiendo tralla loca «dedepié» es una MIERDA.

Ver a tu grupo punk-rock favorito haciendo un show acústico que no hay por donde cogerlo es una MIERDA.

Ir a un festival de grupos punk-rock y de baile teniendo que estar sentado y cuando alguien se levanta o fuma al aire libre o se ha metido unos cubatillas porque en la barra vale 8 euros el cubata venenoso de garrafón tras haber pagado una entrada que bien podría ser para el Rock in Río, es amenazado por algún portavoz de un empresario especulador… es una MIERDA.

¿Quién iba a decir que la falta de profesionalización de la música en directo (en su mayor parte) en este país donde los músicos tienen menos derechos que los perros, iba a ser una ventaja ante la Covid? Porque esa gente (entre los que me incluyo) solo hemos tenido que comer una porción de MIERDA, en lugar de una entera, grande y libre. Gracias al anterior ministro de Cultura, la gente que vivía exclusivamente de eso, se está comiendo una MIERDA, y ahora, con el nuevo ministrico, estamos y estaremos comiéndonos una mierda y media (ya que no hay que olvidar que el iletrado amante de Queen no ha hecho más que joder a l@s trabajador@s desde que le pagaron su inmolación catalana). 

Pues eso: un «puestesico» pa mi chiquillo, y l@s músicos que se coman una MIERDA, mientras los politicastros de uno u otro signo se llenan los bolsillos y se hacen fotos de MIERDA, para que en el futuro se les recuerde como lo que son. UNA MIERDA.

Enrique Hernández Pérez
Músico

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