Crónica del concierto de Poncho-K y Punk Sailor en la sala «El Loco» de Valencia

Ese mismo día me acordé de las veces que una patrulla de buñoleras y buñoleros ha salido en tropel a ver alguna actuación y, ya de paso, cañaso.

Recuerdo los autobuses al Viña Rock en sus primeras ediciones, autobuses locos, con mucha más permisividad que ahora y menos normas… justo lo que necesitábamos. Antes de entrar en harina no puedo dejar de citar, allá por el 98 (más o menos), el místico y mítico «Autobús del Amor».

Este transporte lleno de fuerza vital, como si de un animal mitológico se tratase, apareció en Buñol siendo un auténtico transformer, con cada asiento diferente, retalizado hasta la náusea con cadáveres de cientos de autobuses que ya pasaron a mejor vida, allá en el infierno de la automoción. Este autobús se llenó de quasiveinteañeros y nos llevó, tanto al grupo como a los fanses hasta Madrid, a la sala «Ab lab Oratorio» que, confundida con la sala «Laboratorio», fue enorme nuestra sorpresa cuando vimos que habíamos sido contratados para actuar en un antro de yonkis, muy guapo por cierto, en un sótano con escenario donde pudimos desatar el punk rock y el desenfreno para esa gente buñolera, madrileña, de donde fuere, y algún yonkazo.

Dicho esto, este último autobús tuvo un carácter festivo enorme, una plétora de buñoleras y buñoleross, incluso algunos y algunas venidas de Menorca para la ocasión. 

Montaron en el mastodonte de metal para viajar y entonarse un poco sin tener que coger el volante después, decisión sabia, digna de gente sabia. Una vez allí, comenzó la fiesta.

Reuniéndose gente en la puerta o dentro, y contando con la presencia, importantísima para nosotros, de nuevos colegas, músicos de Buñol de los 80 en adelante, con los que pudimos hacer muy buenas migas tras conocernos en el Homenaje al Rock de Buñol. Comienza Punk Sailor echando la casa por la ventana, con uno de sus mayores éxitos, «Mola el Rey», que como carta de presentación no deja indiferente ni a sus seguidores ni a los desconocidos y desconocidas. En pocas canciones la sala estaba por fin llena y el público estaba muy caliente, disfrutando de unas dosis de punk rock irreverente y bien tocado, de la mano de los inconfundíbles músicos de talante marinero, complexión recia, y, al igual que los viejos lobos de mar, buenos navegantes.

Tras su actuación comienza Poncho-K, con una poética intro que lanza al público una bella soflama «¿Quién tiene miedo ahora? Que traigo suerte». Comienza el concierto con la energética «Amor a cuentagotas» para evolucionar en una fuerte cascada de temas rockeros, de letra elaborada, precisa y afilada, hasta que la intimidad acoge la sala en la interpretación en solitario, por parte de Poncho, del tema «Laureles». Se une la banda sutilmente en el siguiente tema acústico, «Magia Pura», y regresa el rock and roll para no frenar en toda la actuación (a excepción de «Catenario») hasta un clímax extático con el último tema «Corrientes Demolientes».

Más noches así hacen falta, ya que salir de vez en cuando allende las fronteras es sanísimo, y con amigas y amigos, mucho mejor.

Enrique Hernández Pérez
Rockero de pro

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