La primera parroquia cristiana de Buñol

La configuración del sistema parroquial en Buñol ha contado con diversas contribuciones de interés. Hace unos años, Daniel Hernández Guarro publicó un artículo muy interesante y perfectamente documentado. Intentaremos ahora realizar algunas aportaciones relacionadas con el origen del culto cristiano en nuestra población. Viajamos a la Edad Media.

Cuando los guerreros del norte, catalanes y aragoneses, asaltan estas tierras en el siglo XIII guiados por Jaume I el «barsaluní», como le llamaban sus enemigos andalusís, es bien conocido que los habitantes de Buñol y de sus alquerías cercanas hacía años, siglos, que se habían arabizado e islamizado, es decir, que habían adoptado la cultura y lengua árabe y amazigh (del norte de África) y profesaban también la religión islámica del mismo modo que el resto de poblaciones de esta zona de la península. La colonización que sigue a la ocupación adoptó diversas formas y ritmos en lo que iba a ser el nuevo reino valenciano unido a la Corona de Aragón y en el término-comarca de Buñol-Macastre no produjo alteraciones de población apenas. Sólo Siete Aguas fue ocupada exclusivamente por colonos del norte, el resto mantuvo su población autóctona. De este modo, los núcleos documentados de Bunyol, Macasta, Alboraig, Hiatava, Benibonell (El Oliveral), Beniargén (Biachén), Turx (Turche), Millars (Mijares), Pardinella (Pardenillas), Benihualit (Hoya Guali), Forata, Sucanya (Socaña) y otros, no tuvieron colonización cristiana. En todo caso, la corona y, de su mano, la iglesia católica, tendieron desde el primer momento una tupida red parroquial que, además de «bendecir» la ocupación militar y tejer una poderosa trama de control sobre el territorio, aportase unos suculentos beneficios económicos que suelen procurar los mejores milagros a sus recaudadores. Así, los diezmos y las primicias, los principales impuestos religiosos, despertaron inmediatamente las disputas entre señores, obispos y hasta con el rey de por medio.

Los diezmos eran originalmente una décima parte de la cosecha o de los beneficios, y esa «o» tuvo su miga. Veamos. El diezmo, siendo un impuesto religioso, no podían imponerlo los obispos a los musulmanes, de modo que resolvieron aplicarlo a los señores sobre la ganancia que estos obtenían de las rentas que extraían de sus vasallos musulmanes. El diezmo, además, por un privilegio papal, se repartía con el barón territorial, que recibía una tercera parte como agradecimiento por su contribución a la «restauración» de la diócesis a modo de cruzada.

¿Y las primicias? En origen era la obligación de entregar los «primeros frutos» de las cosechas, de ahí su nombre, y en este caso el beneficiario era la parroquia. Su valoración evolucionó hacia una nueva partición (una doceava parte), pero ¡era imprescindible tener una parroquia para implantarlas! Y entonces, ¿cómo crear una parroquia sin feligreses si los pobladores eran todos musulmanes? Ahí la ingeniería financiera de la trilateral rey-obispo-señor territorial puso en marcha la «parroquia virtual». En nuestra zona consistió en ubicar un párroco «comarcal» en la única población con colonos cristianos, es decir, en Siete Aguas, y así la maquinaria recaudatoria de las primicias comenzó a funcionar. Los documentos lo refieren como «párroco de Buñol», pero reside siempre en Siete Aguas y conocemos el nombre de uno que ejercía allá por 1308 llamado Pere Sunyer, y de otro párroco anterior llamado Pere March de la segunda mitad del siglo XIII. Como decimos, las primicias las recauda el párroco, que es habitualmente nombrado, no por el obispo, sino por el señor territorial, que así termina siendo el beneficiario final.

La «virtualidad parroquial» recomienda, no obstante, la existencia de un templo en las localidades del señorío y esa tarea, además de costosa, no resultó fácil. Ni siquiera en Siete Aguas, lugar donde residía el citado «párroco comarcal», Pere Sunyer, estaba resuelto el templo en 1308; más de cincuenta años después de la invasión cristiana. En un documento de tal año, el rey Jaume II, que gobernaba entonces la baronía, emite una orden que lo hace evidente, ya que, al tratar sobre la recaudación de las primicias en la zona nombrando a Macastre, Buñol y Siete Aguas (hay que entender Buñol y Macastre como distritos o zonas con sus aldeas), explicita que deberían –expresado así, como deseo– existir iglesias, y así ordena a sus oficiales que requieran al obispo para que consagre iglesias en esos lugares «que procuren el servicio de Dios y el remedio de las almas del rey Jaume y de sus sucesores» y, aunque no lo dice, facilitar la recaudación primicial.

Así, desde los primeros años tras la conquista tenemos noticias de una presencia más virtual que real de la red parroquial. En todo caso parece lógico suponer un mínimo lugar de culto, tanto en Siete Aguas –donde oficiaría el párroco real y no virtual– como en el castillo de Buñol, donde residía el jefe militar –alcait– y alguna reducida guarnición, y donde había las principales dependencias señoriales. Para encontrar noticias concluyentes del primer templo cristiano en Buñol tenemos que esperar a mitad del siglo XIV. Llegamos al 1344 y el testamento del conde Jaume d’Urgell, señor de Buñol entonces, ordena la erección de una capilla dedicada a Santa María, dotada con un capellán con 250 sous de Barcelona (una dotación respetable).

Aún a principios del siglo XV, gracias a una de las pocas visitas pastorales conservadas, sabemos que el informante sobre la capilla del castillo de Buñol es un vicario de Siete Aguas que explica que hay una iglesia que no cuenta con sagrario ni hostias, ya que el lugar es de musulmanes y apenas hay un par de casas de cristianos («quod in loco de Bunyol est ecclesia, sed non est ibi reconditum Corpus Christi eo quia ibi sarraceni morantur et non sunt nisi duo vel tres casati christianorum»). Y, a pesar de contar con pila bautismal, tiene que llevar el agua bendecida desde Siete Aguas las contadas ocasiones que se requería («in ecclesia ipsa sunt fontes baptismales … aqua portatur de Septem Aquis ad babtizandum advenientis causa subditis»).

¿Y la mezquita? Es cierto que muchas de las iglesias cristianas ocupan el solar de antiguas mezquitas, sobre todo las impulsadas en el siglo XVI con los bautismos forzados que antecedieron a la expulsión de los valencianos musulmanes. Tal vez por ello surgió en Buñol la idea de imaginar que la capilla medieval del castillo, dedicada a Santa María primero y después a San Salvador, sustituía a una antigua mezquita, lo que nos parece muy improbable y carece de comprobación arqueológica ni documental. La lógica nos debe dirigir a buscar la antigua mezquita en los cimientos de la parroquial: la actual de San Pedro. Ahí sí que se daría la consabida sustitución de mezquita por iglesia, pero no en el castillo.

Manel Pastor i Madalena
Doctor en Historia Medieval

Instituto de Estudios
Comarcales de La Hoya de Buñol-Chiva

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