Identidade

Música de cámara del más alto nivel, de la mano de Amalia Tortajada y Andrea González

Como consumidor habitual de música de cámara y, salvo contadas excepciones, hacía tiempo que no se vertía en mis oídos un trabajo tan admirable, y de una calidad tan extrema. Una obra muy cuidada  donde rebosa la buena composición, la buena interpretación, y una producción sonora brutal.

Como bien reza el libreto, «Identidade  es un proyecto concebido por la flautista Amalia Tortajada, la guitarrista Andrea González Caballero y la ingeniera de sonido Celia Ruiz Artacho. La idea se creó con el objetivo de establecer puentes entre sus respectivas trayectorias artísticas a través de la música, sin renunciar a la propia personalidad de cada una de las integrantes […] Las obras incluidas en este álbum han sido creadas por las compositoras Gabriela Ortiz (México), Clarice Assad (Brasil), Elisenda Fábregas (España) y Johanny Navarro (Puerto Rico) […] inspiradas en la tradición musical de sus propios países de origen. Las obras que presentan son estrenos mundiales, de entre las cuales, De ida y vuelta 1, Triptych y Bambuleá son encargos hechos expresamente para este proyecto». 

Cuatro magníficas obras compuestas concreta y expresamente para flauta y guitarra. Abre el disco De ida y vuelta 1 (2021), donde Gabriela Ortiz desata desde el segundo 1 ese estilo rítmico y complejo pero a su vez atrayente, que hará que no podamos desatender su escucha, debido al interés que, bajo mi punto de vista, genera esta obra. El reposo lo encontramos en el segundo movimiento, donde la flauta y la guitarra mantienen una conversación más tranquila y sosegada, melódica y cargada de armónicos limpios y sutiles.

Cambia el tono radicalmente en la segunda obra, Triptych (2020), que, desde su primer movimiento, nos envuelve en dinámicas melodías con acordes más cercanos a la música de Brasil, con esas características tensiones de estilos y artistas que definen la sonoridad estereotípica de tan lejano país. Aunque, a mi parecer, la gracia y la calidad de esta obra radica precisamente en que no se aprecia ese estereotipo sonoro. Suena a Brasil, pero de una manera bastante poco escuchada, para nada típica. Concretamente el segundo movimiento es una preciosidad melódica, con una armonía muy trabajada y estudiada, que hará las delicias de cualquier melómano o melómana empedernida. El último movimiento es una fiesta, con algún momento de calma, acompañados de geniales pasajes donde la compositora utiliza elementos sonoros menos utilizados, como el muteo de cuerdas y los «picotazos» a la flauta. 

La tercera y extensa obra se trata de Goyescas (2008), de Elisenda Fábregas. Su escucha nos sumerge en esas sonoridades y dejes del neoclásico musical español de carácter tonal, pero imbuido de una modernidad y buen oficio digno de admiración. Tanto las partes de guitarra sola como las de flauta denotan un fuerte conocimiento de estos instrumentos, además de una gran sensibilidad para expresar conceptos tan antiguos como el Madrid Goyesco, con un aire de actualidad tan patente.

La guinda que corona este espectacular disco es Bambuleá (2020) de Johanny Navarro, donde el aire portorriqueño invade las ondas sonoras, con un espectacular principio de percusiones y efectos en la guitarra, combinados con aire y efectos vocales en la flauta, que enlaza tras una breve transición con un apartado de carácter más folklórico en ocasiones, con partes de fina composición, y consiguiendo en todo momento lo que, al menos yo, considero extremadamente complejo: sostener ese ambiente portorriqueño a través de dos instrumentos, y sin caer en el tópico, o en lo machacado. Una obra magnífica, sin duda, de principio a fin.

Sobre la interpretación y calidad del sonido no hay palabras. Un resultado espectacular. Un disco que hará las delicias de toda persona amante de la música de cámara o de la música de calidad en general. Y un disco más que pone a Buñol, esta vez de la mano de Amalia, en altos puestos de la cultura musical, siempre sustentado por duro trabajo y buen hacer.

Un disco REAL en un mundo ARTIFICIAL. Una maravilla.

Enrique Hernández Pérez
Profesor Conservatorio Profesional de Buñol

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