La carretera de Las Cabrillas

La Sierra de las Cabrillas es una alineación montañosa situada al N.E. de la comarca de la Hoya de Buñol. Se trata del escalón que separa esta comarca del altiplano de Requena, y en ella estuvo la frontera histórica entre los reinos de Castilla y Valencia antes de la incorporación de aquella comarca a esta provincia en el siglo XIX: el llamado Paso de las Cabrillas.

Se ha señalado la importancia de un camino que en época ibérica partiría del asentamiento urbano de La Carència (Torís) y seguiría por Alboraig hasta Siete Aguas, con un trazado situado al sur del que nos ocupa. Para la época romana se ha señalado la existencia de una vía procedente de Valentia con dirección hacia el centro de la península, aunque hasta ahora no se haya podido documentar arqueológicamente. Su trazado se justificaría por la fundación de la ciudad en el año 138 a.E. y la reorganización de la red viaria en la zona. Autores como Morote y Arias han destacado la existencia de una importante ruta ganadera con un recorrido en ocasiones muy próximo a este camino histórico. Recientemente se ha planteado que el trazado del camino descrito por Villuga podría corresponder básicamente al de la vía romana. También en el período andalusí se ha apuntado la existencia de un camino que desde Valencia pasaba por Requena y seguía hacia el oeste.

PRIMERA CARRETERA DE LAS CABRILLAS DOCUMENTADA

A principios del siglo XV, ante el crecimiento económico y demográfico de la ciudad de Valencia, durante el reinado de Alfonso III de Valencia, V de Aragón, conocido como El Magnánimo (1416-1458), el consejo de la ciudad acordó, en su consecuencia, abrir una vía pública entre Valencia y Requena, que fuese asequible a los pesados vehículos que en aquella época empleaban los manchegos para transportar el precioso grano, para alimento de las gentes de la ciudad, que ahora necesitaba debido al conflicto con quienes antes la proveían, Cerdeña y Sicilia, pertencientes también a la Corona de Aragón. De esta época son el Almudín, el Miguelete, las Torres de Quart, punto inicial del camino Real a Castilla (construidas entre 1440 y 1460), la primera piedra de La Lonja se colocó en 1482 y se terminó en 1498.

Encomendóse el estudio del proyecto de la carretera al jurado Monsén Bernardo Juan, para cuyos trabajos le fue asignado la cantidad de 3 mil florines, y el buen caballero recorrió el trayecto de Valencia a Requena y trazó la vía que fue abierta y construida desde el año 1427, en que empezaron los trabajos, hasta 1438, en que quedaron terminadas las obras. Para el inicio de las obras se trasladaron a Buñol una serie de maestros de obra y sobrestantes con una doble motivación: levantar una base de operaciones en esta villa y reclutar el personal necesario para el inicio de las obras. La elección de Buñol como punto de inicio de los trabajos no era ocasional, ya que esta localidad se encontraba a medio camino entre Valencia y Requena, sirviendo como punto de intendencia para las cuadrillas de trabajadores, que en su mayoría eran mudéjares, dado que la población de esta comarca era mudéjar.

El trazado de la carretera en su paso por Buñol: Entraba a Buñol por la actual Av. Rafael Ridaura en dirección a la Venta que todavía se encuentra frente a la balsa de los patos, y de allí al puente de la cooperativa que cruzaba el barranco hacia la actual Plaza de la Venta en dirección a la tejería y de allí bordeando el monte por la izquierda hasta el barranco, donde empieza a ir ganando altitud a través de un trazado zigzagueante, hasta llegar al portillo.

Ni los poderosos monarcas de la casa de Austria, ni el absolutista de Felipe V, se preocuparon del mejoramiento de nuestras vías de comunicación, y fue necesario que promediara el siglo XVIII para que el Estado se decidiese a llenar esta necesidad mediante el Real Decreto de 10 de junio de 1761, dictado para la construcción de varias carreteras, entre ellas la de Valencia, que debía de ser costeado por la ciudad del Turia. Esta disposición de Carlos III afectaba solamente a la carretera Madrid a Valencia por el puerto de Almansa.

Los ingenieros que a partir del año 1836 salían de la Escuela de Ingenieros de Caminos y Canales dispuestos a poner en ejecución todos los adelantos científicos de su época, dieron al Gobierno la pauta de lo que debían de ser las carreteras, y en 1842 alcanzaron el levantamiento de un empréstito de 17 millones de reales para los caminos de Valencia a la Coruña.

La carretera de las Cabrillas empezó las obras el 20 de junio de 1825, bajo la dirección del coronel del Real cuerpo de ingenieros D. Juan Sociats, con una brigada de 100 presidiarios, que se aumentó luego a 250, alojados en el Castillo de Buñol, que se convirtió en el Presidio de las Cabrillas, empleándose ademas algunos jornaleros de los pueblos cercanos. El ancho de la carretera era de 12 varas; y su firme o calzada de 8 varas, y a veces ocupaba todo el espacio, hecha de tres capas de empedrado ripiado con mayor esmero. Las obras se prolongaron hasta 1852, con una interrupción entre los años 1836 y 1840 a causa de la guerra civil. Cuando se terminó la obra tuvo la suerte de convertirse en una carretera de primer orden. La carretera sigue un trazado muy semejante al primero hasta llegar a las Cabrillas, porque el anterior camino torcía a la izquierda (a La Tejería), dando un gran rodeo, y el moderno domina directamente aquellas alturas por medio de zig-zag bien combinados.

Con las reformas que se hicieron, el camino corto a Madrid sustituyó al del puerto de Almansa, cuyos grandes hostales se vieron pronto desiertos y arruinados.

Los restos encontrados en el año 1827 durante la construcción de la nueva carretera de Valencia a Madrid parecen corresponder a un pequeño asentamiento situado en la ladera de la Sierra de las Cabrillas, en un punto por el que el camino histórico salvaba este importante obstáculo orográfico. Entre los restos encontrados se señala la presencia de fragmentos de armas, monedas, una fíbula anular ibérica y un anillo de bronce, además de dos figuras de esta misma aleación que representan a un jinete ibérico –la única conservada– y a Hércules. La cronología del conjunto puede situarse de manera aproximada entre el período ibérico final (s. II-I aE) y al menos el siglo I dE.

Claudio García Rehués
Autor del blog bunyul.com

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