La Sierra de las Cabrillas (La Cabrera) es una alineación montañosa situada al NE de la comarca de la Hoya de Buñol que adopta una dirección NO-SE y tiene como principales alturas el Alto Gordo (797 m) y Madriño (917 m). Se trata del escalón que separa esta comarca del altiplano de Requena, y en ella estuvo la frontera histórica entre los reinos de Castilla y Valencia antes de la incorporación de aquella comarca a esta provincia en el siglo XIX: el llamado Paso de las Cabrillas era la entrada a Valencia desde la Meseta. Las principales vías de comunicación que comunican ambos territorios atraviesan esta sierra.
Desde un punto de vista histórico, este lugar tuvo un especial protagonismo en la Guerra de la Independencia contra los franceses. El día 4 de junio del año 1808, el ejército del mariscal Moncey salió de Madrid con la orden de acabar con la insurrección valenciana.
Moncey siguió la ruta más corta por Cuenca, pero las tropas valencianas dirigidas por el conde de Cervelló se concentraron en Almansa pensando que este sería el camino elegido.
Moncey llegó a Cuenca el día 11 de junio, y entonces la Junta de Valencia envió al general P. Adorno a Las Cabrillas con 8.000 hombres. Después de varios errores tácticos y una primera derrota en el puente del Pajazo, en Las Cabrillas quedaron 200 soldados y 3.000 voluntarios mal armados al frente del brigadier Marimón, que –después de bloquear el camino con el fin de impedir el paso al ejército invasor– fueron derrotados por las tropas francesas el 24 de junio.
Existe una construcción en lo alto del pico en cuya falda se asienta la torre del telégrafo. Es un antiguo fuerte construido para la defensa de las tropas francesas que marchaban sobre Valencia desde Madrid.
En esta zona de las cabrillas tuvo, 29 años después, un importante acontecimiento en la I Guerra Carlista. La I Guerra Carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los carlistas, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un régimen absolutista, y los isabelinos, defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón, cuyo gobierno fue originalmente absolutista moderado y acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular.
Su lema, “Dios, Patria y Rey”, resumido en el binomio “Trono y Altar”, articula toda la teoría oficial política. A estos elementos se suma la defensa del foralismo particular de cada uno de los territorios, aspecto que va tomando fuerza a medida que avanza la guerra, así como la defensa de la religión. Los defensores del carlismo pertenecían sobre todo a un mundo rural, pequeños propietarios empobrecidos, artesanos arruinados, que ven con recelo las reformas, pero también la pequeña nobleza y parte del clero.
Se desarrolló en la zona norte de España, sobre todo en el País Vasco, Navarra y zonas de Cataluña, Aragón y Valencia.
Al estallar la Primera Guerra Carlista, en Buñol hubo en la población algunos partidarios de Carlos María Isidro de Borbón (carlistas), principalmente tras la proclamación de la regencia de María Cristina, si bien la mayoría eran liberales.
Buñol tenía en 1835 una guarnición en su castillo, con 30 hombres de la Milicia Nacional (era un cuerpo de ciudadanos armados que tenían el propósito de mantener el orden público y defender el régimen constitucional) al mando de un oficial, pero esta fuerza se disolvió.
En marzo de 1835, el general carlista Cabrera “el Tigre del Maestrazgo” pasó por Buñol para aprovisionarse, fusilando a varios cristianos y permaneciendo en la zona durante un año. El 17 de febrero de 1837 los cabecillas carlistas Llagostera y Forcadell entablaron en las inmediaciones de Buñol la Acción de las Cabrillas contra el comandante Crehuet, quien, al mando del primer Batallón de la Reina, sufrió un gran descalabro.
Los supervivientes, cuatrocientos soldados con su jefe y veinticinco oficiales, se rindieron, siendo el coronel y veinticuatro de éstos fusilados al día siguiente, salvándose sólo el subteniente Miranda, por quien intercedió un carlista que le había visto combatir heroicamente el día anterior.
En el Diccionario de Madoz (1845-1850) aparece la siguiente descripción, con interesante información sobre Buñol y su término de mediados del siglo XIX:
“Villa con ayuntamiento de la provincia […] de Valencia (7 leguas) […] Situada a la margen derecha del río de su nombre, inmediato al camino real de las Cabrillas, con clima templado y sano […]. Tiene sobre 600 casas de fábrica regular, que se distribuyen en varias calles, incómodas por su declive; la del ayuntamiento, en donde se encuentran la cárcel, el almacén para el depósito del trigo, y el local para una escuela de niños […]; hay también otra de niñas […] y una iglesia parroquial (San Pedro y San Pablo) […]. El templo que hoy dia sirve al culto fue construido en el reinado de Carlos III a expensas de los feligreses y algunos hijos de la villa, el cual es bastante sólido, de mampostería y claustral […]. Hállase dentro de la población el castillo de su nombre, el cual la domina en su mayor parte. […] Todavía se ve parte del edificio que fue iglesia de San Salvador, pero de ella no restan más que las paredes, pues las alhajas y ornamentos fueron presa de los franceses en 1808 […]. En su radio se encuentra el despoblado de Mirabonell, de que restan algunas ruinas, y 2 ermitas dedicadas a San Luis Beltrán y Nuestra Señora de los Dolores […] Por el O y el S pasa el río Buñol, el cual, después de haber perdido su curso anteriormente, vuelve a recobrarlo por las innumerables fuentes, que en número de unas 300, brotan por la derecha e izquierda de su cauce […] El terreno en lo general es montuoso y participa de secano y huerta […]. Los caminos que salen del pueblo son de diferente clase: los que conducen a las Cabrillas y a Turís, carreteros y se hallan en un estado regular; los demás que se dirigen a Alborache, Yátova y Macastre, de herradura y bastante malos […]. Produce trigo, cebada, avena, maíz, seda, vino, aceite, algarrobas, pasa, legumbres, frutas y hortalizas; sostiene ganado lanar y cabrío; hay caza de conejos, perdices, liebres, cabras monteses, corzos y también algunos animales dañinos como son lobos, zorras y gatos monteses, y pesca de barbos, anguilas y algunas madrillas. Industria: la agrícola, 7 fábricas de papel, 6 molinos harineros y 2 batanes […]; todo lo cual se halla en un estado de marcada decadencia. […] Población:602 vecinos, 2,473 almas […]”
Redacción asíesbuñol magazine