Entre ruinas y dignidad: el papel de la mujer palestina

Cualquier guerra, cualquier invasión, cualquier ataque implica un grado de violencia inimaginable para quienes tenemos la inmensa suerte de vivir en otras circunstancias. Imaginemos ahora cómo se tiene que vivir además si eres mujer, niña o anciana. ¿Cuánto más hay que añadir a esas circunstancias de dolor, horror, desesperación, huida, instinto de supervivencia?

Imagina tener que salir huyendo con lo puesto si además resulta que estás embarazada. ¿Cómo hacer cuando llega el momento del parto? Si tienes que preocuparte no sólo de tu supervivencia sino de la de tus hijos pequeños, de tus padres mayores… Cocinar con menos que nada, con la desesperación de no tener ni con qué ni en qué lugar. Intentar mantener un mínimo de higiene entre los tuyos. Por poner sólo un ejemplo.

Imagina tener que vivir cada mes la menstruación sin privacidad y sin higiene. Lo que se convierte en un riesgo para la salud física y mental de casi 700.000 mujeres y niñas en Gaza. Sin compresas, sin agua, compartiendo baño con cientos de personas.

Si todo esto fuera poco, hay que añadir lo que ya conocemos por tantas otras situaciones bélicas, la agresión sexual como arma de guerra. Porque si eres mujer no es suficiente con que te maten de hambre o las bombas. No basta con todas las campañas de desprecio y deshumanización hacia la población palestina. Si eres mujer, hay seres tan mezquinos que como buitres buscarán tu vulnerabilidad, tu hambre y tu desesperación para hacer negocio. Como ya pasó con las mujeres ucranianas o sirias, por hablar de los ejemplos más cercanos, más recientes. Se utilizó a estas refugiadas para crear material pornográfico. Es terrible, pero es así. El porno con refugiadas ucranianas o sirias fue tendencia en Occidente al empezar dichas guerras. Porno a cambio de comida o de cualquier pequeña ventaja material. Un chantaje al que eran sometidas estas mujeres para conseguir grabaciones contra su consentimiento y luego venderlo como entretenimiento. A día de hoy si buscamos «porno mujeres Palestina» ya aparece material y demanda de sobra. 

La única diferencia con los casos apuntados anteriormente es que las palestinas no tienen salida, no tienen huida, Gaza es una ratonera, una trampa mortal. Y este hecho de no poder salir de su territorio ha impedido que las redes de explotación puedan sacar más beneficio. De lo que no han conseguido librarse las palestinas es de la denigración sexual llevada a cabo por soldados israelíes. Tipos con uniforme que utilizan la ropa interior femenina buscada entre los escombros que ellos mismos han provocado, para burlarse, para ridiculizar… Es otra cara más del genocidio, la depravación y chulería del macho colonialista. Y estas imágenes no hay que buscarlas en páginas especializadas, ya aparecen en TikTok. No hay mayor humillación que burlarse y denigrar desde la sexualidad. Y de ello, una vez más, son las mujeres las mayores víctimas.

Mujeres que además de todo lo apuntado siguen siendo profesionales, médicas, maestras, sanitarias, periodistas. Y que son, unido a todo esto, también las encargadas de sustentar anímicamente a los hombres de su entorno. Pero que también son las responsables de transmitir su historia y sus tradiciones.

Pero terminemos con un halo de esperanza. De reconocimiento al valor de esas mujeres. En mitad de tanto horror, las palestinas siguen teniendo sueños y trabajan para conseguirlos. Son supervivientes, innovadoras y profesionales. Son fuente de esperanza. Como Ghada, una de las primeras mujeres de Gaza técnica en energías renovables. O Sulaya, directora de farmacia en un hospital en Rafah. O Faiza, que tras perder a su esposo, asistió a un programa de formación empresarial y consiguió liderar su propio negocio.

Que sus ejemplos sigan vivos en nuestras voces.

MDM Buñol
Movimiento Democrático de Mujeres

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