La historia del Himno a Buñol

Ahora que ya tenemos a la vuelta de la esquina la Feria y Fiestas de Buñol, en este artículo quería recuperar la historia de algo que forma parte de nuestra idiosincrasia, de nuestra cultura, de nuestra música… Que forma parte de cada buñolera y buñolero, aunque no seamos conscientes.

Es algo que hemos aprendido casi sin darnos cuenta, pero que forma parte fundamental de ese sentimiento buñolero que aflora, sobre todo, durante estas fiestas. Ese orgullo patrio se ve acrecentado estas semanas, ya que nos juntamos con familiares y amigos que hacía tiempo que no veíamos y regresan por fiestas a su patria chica. Hablamos, ni más ni menos, del «Himno a Buñol». En este artículo, extraído de mi libro «Vida de Guzmán Cárcel (1912- 2012)», os contamos cómo nació una composición que forma parte de nosotras y nosotros.

El propio Guzmán Cárcel, en una entrevista en el Programa de Fiestas de 1974, hablaba del nacimiento del «Himno a Buñol». 

«Corría el año 1932. Una buena tarde de primavera se presentó en mi casa de «La Caba» un señor alto, enjuto, tipo Don Quijote, con cara de pocos amigos y con pruebas visibles de padecer dolor de estómago (como así resultó después). Tras saludarme cortésmente, me dijo que era el maestro Chillida, titular de una de las escuelas nacionales de Las Ventas y sobrino del famoso canónigo Chillida, de la Catedral Metropolitana de Valencia. Yo no le conocía. Traía una cartera y parecía bastante nervioso. No sabía por dónde empezar. Por fin, y tras contarme que no se llevaba muy bien con su señora, por diferencia de caracteres (después resultó que los dos eran buenísimas personas, pero muy dominantes), me expuso el motivo de su visita. Como enamorado que era de nuestro querido Buñol (añadimos: se vino a Buñol por su acentuado republicanismo y por ser Buñol pueblo puntero de las luchas obreras) y gustándole mucho la poesía (volvemos a añadir que conocía la poesía de Miguel Hernández, con quien mantenía correspondencia) le había dedicado un himno, y me lo traía para que lo examinara y, si me gustaba, le pusiese música (tiempo después, me confesó que antes de entregármelo a mí, se lo habían rechazado ya varios compositores). Lo leí, y la verdad me gustó mucho, pues además de estar hecho con el corazón, se veía inmediatamente que era un gran poeta y persona muy culta.

Le dije que me gustaba y, por lo tanto, trataría de ponerle música. ¿Y cuánto tiempo cree usted que le va a costar hacerlo? –me preguntó–. Yo, con la inocencia propia de mi juventud, le contesté rápido: «vuelva usted mañana tarde y si no está hecho, no se lo haré ya».

Naturalmente, me miró con desconfianza, pero le hizo mucha gracia mi respuesta y hasta incluso se sonrió un poco (después le vi reír muchas veces, pero de satisfacción).

Aquella misma noche me propuse ponerle música y, efectivamente, las musas me fueron propicias, pues como dijo el gran Beethoven: «a la inspiración no le podemos dar órdenes. No es un jornalero que trabaja a tanto la hora». Al amanecer, el Himno a Buñol estaba compuesto. Al día siguiente no se hizo esperar y cuando entró en casa me miró escéptico y preguntó: ¿Qué, amigo, tenemos música o no?

Yo me senté al piano y, más serio que mis queridos padres y mi tío «Fite», empecé a tocarlo y canturrearlo, y notando que no decía nada y temeroso de que «aquello» no le gustaba, volví la cabeza y vi que aquel hombre alto, enjuto, tipo Don Quijote, estaba llorando como un crío… No podía articular palabra. El Himno a Buñol había nacido».

El propio Guzmán Cárcel, en un artículo publicado en «La Voz de Buñol», habló del estreno del Himno a Buñol. Dijo: 

«El estreno en el Paseo de San Luis fue apoteósico. Lo cantaron más de cuatrocientos niños y niñas de las escuelas públicas, acompañados por la Banda de Música. ¡Qué tiempos aquellos, querido Pedro Vallés, Gloria Perelló y tantos más lamento no poder citar! De solista actuó mi querido amigo y discípulo, Eduardo González Cifre, hoy respetuoso guardia municipal. Por cierto, que al volverlo a interpretar en la plaza, el hombre se emocionó y por poco lo echa todo a rodar. Cosa de chiquillos.

El Ayuntamiento, presidido por aquel gran hombre que fue don Arsenio Galán, lo hizo Himno de Buñol. (¿Se acuerda, tío Pelegre?) Ya han pasado muchos años. Demasiados. Vicisitudes políticas. Cambios. Guerras… ¡¡PAZ!! Pero, a pesar de todo, el Himno de Buñol sigue fresco como el primer día. ¿Que tuvo detractores? Por supuesto. También partidarios acérrimos. Muchos, muchísimos. Como muestra, ahí tenemos a ese hombre, buñolero cien por cien, que es Eduardo Ruiz Fuentes, verdadero promotor de las cosas buñolenses. Gracias, Eduardo. Y… Así es Buñol, hermanos, así es mi tierra amada reciedumbre y grandeza, virtud y fuerza y gracia, como su cielo y tierra, cual su historia lo manda». 

Y así fue su estreno en el Paseo de San Luis. Como conclusión final, me gustaría añadir algunas reflexiones sobre el gran legado de mi tío Guzmán Cárcel. Hace poco se publicó en nuestro pueblo un libro sobre los 200 años de la historia de la música en Buñol. Con gran pesar observé que no se hacía mención ninguna al acontecimiento que se produjo el 14 de abril de 1935 en San Luis: el estreno del Himno a Buñol, original de los señores Don Manuel Chillida y Don Guzmán Cárcel. Me pregunto, amargamente –parafraseando a Calderón de la Barca en «La vida es sueño»–, ¿qué delito hemos cometido nosotros para que en 200 años de historia de música en Buñol no se nombre para nada el nacimiento de su himno? Recordemos que el «Himno a Buñol» estuvo prohibido durante la Guerra Civil y la Posguerra hasta que Eduardo Ruiz los rescató en 1965. En el año 1974 el himno se recupera y es tocado un miércoles 31 de agosto de 1977 en el extraordinario concierto musical durante la Feria y Fiestas de Buñol. «La Artística» cierra el concierto y el maestro titular Don Ramón Herrero cede la batuta a Guzmán Cárcel para dirigir su «Himno a Buñol», siendo esta la primera vez que se toca en el «Mano a Mano», 38 años después de que lo prohibieran.

En 1985, en el 50 aniversario del himno, se celebró un concierto en el Parque de La Violeta y Guzmán Cárcel dirigió su «Himno a Buñol». En 1989, el último día de feria, en la puerta del ayuntamiento, se toca y canta el «Himno a Buñol». Y así llego a esta pregunta, ¿es normal que en 200 años de música en Buñol y en 280 páginas del libro no se nombre para nada el «Himno a Buñol»? Juzguen ustedes mismos, pero nuestro himno es historia de nuestra música, es historia de todas y todos.

Joaquín Pilán Cárcel
Autor del libro sobre la vida de Guzmán Cárcel

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