Volver

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El verano lleno de luz, color y calor, la libertad del no hacer, la alegría de permitirte disfrutar con los amigos y con la familia, los días largos, las noches locas, olvidarse del despertador, andar descalzo, en pantalón corto o en pareo, la caricia del mar en la piel, la arena bajo los pies, dejar a un lado las preocupaciones, las prisas, los gritos y las obligaciones, jugar, bailar, viajar, salir, reír, tomar distancia de ti mismo o reencontrarte.

Parece que en vacaciones todo es posible, parece que no van a acabarse, que tenemos todo el tiempo del mundo para hacer lo que nos apetezca en cada momento, “esto sí que es vida”. Volvemos a ser un poco niños, nos volvemos permisivos y alegres restando importancia a las cosas, durmiendo cuando tenemos sueño y comiendo a todas horas. Incluso hay quien aprovecha para permitirse ponerse enfermo o descubrir que no le gusta su vida, oportunidad estupenda para entrar en la crisis necesaria para hacer un cambio.
A veces nos alejamos tanto de nuestra rutina que añoramos que vuelva, como si fuese algo que no depende de nosotros.

Domingo 30 de agosto, una intensa Luna ilumina el último día de las fiestas de Buñol, música, color, confeti y caramelos en la cabalgata de cierre. Incansables niños que quieren apurar los últimos momentos de la Feria para disfrutar del juego, padres cansados, caras serias, deseos de regreso a la “normalidad”.

Con el fin de la Feria la realidad acecha a la vuelta de la esquina, un verano más que llega a su fin, da igual que hayamos trabajado o disfrutado de vacaciones, la sensación es de “volver”, volver a casa, volver al trabajo, volver al colegio, volver a hacernos promesas de cambio, volver, volver, volver.

Reconocer los kilos de más ganados, la cervecita, las papas, los helados, los bocatas, los excesos, se reflejan en el cuerpo y te miras al espejo y parece que todo pesa y cuesta.

La casa está para limpiar, un montón de lavadoras por poner, y volver a la rutina implica volver a los pies en los zapatos, a la imagen, a la responsabilidad, al despertador, al trabajo, a los compañeros de trabajo y al jefe o a la soledad.

¿Y cómo se hace eso? ¿Y de verdad hay que hacerlo? ¿Y cuándo habrá vacaciones otra vez? ¡Por dónde empiezo! ¡No tengo fuerza! ¡No tengo ganas! ¡No quieroooooooooo!

Con todo eso en mi cabeza, saltando del pasado al presente, me despedí de mi sobrina, al acabar la cabalgata, diciéndole “disfruta de los días que te quedan de vacaciones que dentro de poco empieza el cole”. Ella me miró con sus grandes ojos azules y me dijo con entusiasmo ”¡Qué bien, veré a mis amigos! Los echo mucho de menos”. Le sonreí mientras sentí como esa pequeña de 6 años acababa de darme una lección. Aún sonrío al recordarlo.

Seguro que puedes llevar tu atención a lo bueno de volver y conectar con esa energía vital que te ha dado el verano y no desperdiciarla pensando en lo que no te gusta. Seguro que, si lo intentas de verdad, el recuerdo de esos momentos mágicos puede impulsarte a encontrar una motivación renovada, conectando con la alegría de estar vivo y con poder compartir con los demás lo mejor de ti mismo en cada cosa que hagas.
Pasito a pasito, sonriendo…Vuelve…

Blanca Marzo Zanón
Coach de salud

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