El polvorín de Corrons

n17 historia corrons

El 31 de julio de este año se cumplirá el 65 aniversario de la explosión del Polvorín de Corrons, una de las tragedias, junto al derrumbe del castillo, más recordadas en la memoria histórica de la población.

Queremos recordar este hecho por la escasa documentación existente, que hace que el paso del tiempo, y con él la desaparición de los que vivieron el hecho en primera persona y que ya tenían la edad suficiente para recordarlo, empiezan a escasear. Pero bueno, no nos aceleremos, y retrocedamos al origen de la historia.

Corría el año 1937. En plena Guerra Civil, la rebelión militar en contra de la II República consigue en el frente del Norte conquistar el País Vasco, núcleo principal de la industria armamentística fiel al gobierno republicano. Previendo el desenlace, el gobierno traslada maquinarias de producción y sobretodo técnicos especialistas a la zona de Levante, donde crean varios núcleos de producción de armas con los que abastecer al ejército defensor del gobierno legítimo de la Nación. Uno de ellos será la fábrica de Corrons. En Buñol se fabricó la ametralladora tipo Maxim, de diseño ruso.

El 3 de diciembre de 1938, con la guerra ya prácticamente ganada por el ejército de Franco, se produce el bombardeo de Chiva y Buñol por parte de la Legión Condor, compuesta por aviones alemanes e italianos, uno más de los producidos sobre objetivos civiles para minar la moral republicana, de los que salen indemnes la fábrica de cementos y la fábrica de armas, quizá intencionadamente, para integrarlas rápidamente en el sistema productivo del nuevo régimen. Tras el fin de la guerra, la fábrica se transforma en polvorín donde, a lo largo de 3 años, van llegando los excedentes del conflicto en forma de proyectiles, que llegan a Buñol por tren y son trasladados a Corrons con el camión del tío Agustina. Una vez allí eran desmontados, desactivados y almacenados. Se calculan en miles de kilos los explosivos depositados en sus instalaciones. Un dicho popular decía “El dia que explote el Polvorín, desapareserá Buñol”

Y llegamos al 31 de julio de 1951,  con los ecos de la guerra civil aún recientes y los efectos de la postguerra aún presentes. Era un domingo caluroso, por lo que la mayoría de l@s buñoler@s estaban en casa disfrutando de su día de descanso. Sobre las 11 de la mañana se oye un estremecedor estruendo que hace temblar las casas del pueblo y rompe la paz del domingo. A continuación, más explosiones. La gente asustada se hecha a la calle a averiguar que pasa. De repente, empiezan a tañer las campanas de la iglesia del pueblo llamando a rebato.

Entre el alboroto, empiezan a llegar las primeras noticias: “el polvorín, ha explotado el polvorín”. La gente, con el recuerdo próximo de los horrores de la guerra, abandonan sus casas con lo puesto y se dirigen en dirección contraria a las explosiones, y toman dirección hacia Madrid, por la carretera o por la vía del tren, buscando la seguridad que otorga la distancia.

El pueblo se queda vacío, salvo los que no pueden valerse por sí mismos. Ancianos y enfermos reciben ayuda de sus vecinos para alejarse de lo que parece la destrucción del pueblo. A pesar del miedo y de que la guardia civil pasa por las casas ordenando el desalojo, algunos permanecen en sus hogares por miedo al saqueo o porque la enfermedad les impide moverse. Hubo héroes anónimos que ayudaron a desalojar un colegio de niñas huérfanas cercano a Corrons; otros ayudaron a ancianos y enfermos, hubo incluso quien fue condecorado a posteriori, como el doctor Facundo Tomás.

Las explosiones son contínuas y se mantienen varios días. Poco a poco vuelve la calma y la gente empieza a regresar a sus casas que, aún habiendo permanecido abiertas y vacías, no han sufrido saqueos. A pesar de lo aparatoso de la explosión, no hay víctimas, aunque curiosamente se producirán después.

El estallido provoca que salgan despedidos proyectiles por la zona de alrededor de Corrons. Algunas noticias orales hablan de que algunos llegaron hasta la zona del Oliveral.

El oscurantismo informativo de la época parece que intenta ocultar el hecho al estar relacionado con un centro militar.

Se supone que las autoridades militares harían la recogida de proyectiles y chatarra del entorno pero, al parecer, no fue muy exhustiva, pues no fueron pocos los vecinos que se dedicaron a recoger chatarra e incluso proyectiles. Este hecho dio lugar a varios sucesos trágicos, como la muerte del Tío Mula o las amputaciones que sufrió el conocido Miguelache mientras manipulaban estos artefactos.

En Octubre de 1951 el alcalde de Buñol, Jesus Estellés, en nombre de su Corporación municipal y sus vecinos, piden el cierre o traslado del polvorín. A pesar de ello, el polvorín sigue en funcionamiento y el 27 de enero se produce una nueva explosión. Esta vez sí hay fallecidos. Ocho soldados de reemplazo del destacamento de artillería mueren mientras manipulan un artefacto.

En algún momento entre finales de los 50 y los años 70, el polvorín es desmantelado, pero se mantiene como destacamento de artillería, donde algunos buñoleros tuvieron la suerte de poder hacer el servicio militar al ladito de casa.

El ciclo se cierra cuando, tras años de abandono, el Ministerio de Defensa lo saca a la venta en 1996.

La fábrica de armas y posterior polvorín de Corrons se pierde entre las brumas de la historia. Un muro con una garita, un emblema de artillería en la Fuente de la Mezquita y poco más.

Espero que este articulico contribuya a mantener en el recuerdo de los buñoleros un trocico de nuestra historia. Hasta la próxima.

Pepe Medard Ruiz.
Buñoleroadicto.

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2 Comments - Write a Comment

  1. Interesante nota,me gustaría saber si hay mas fotos de la fábrica de Armas,Polvorín Corrons y si siempre fue esa su función produccion.

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  2. Buena cronica Pepe, sobre la antigua frabrica de Enrique Silla, que anteriormente fue una fabrica de armas, ¿hay alguna informacion?. Tengo entendido que lo que era la granja del»pastelero» era el edificio donde se alojaban los trabajadores

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