De fábrica de seda a hogar de huérfanos

Serafín Millás Ros (1807-1878), del comercio de Valencia, estaba casado con Vicenta Casanoves Salelles, cuyo hermano, Salvador, también era comerciante de tejidos. Tanto los Millás como los Casanoves tenían intereses y vínculos con Buñol. En el año 1850, Serafín Millás formó compañía con sus familiares y puso en marcha la fábrica de torcido e hilado de seda, movida por un motor hidráulico, cuyo caudal procedía de la fuente de San Luis. 

En tanto que mayor accionista, asumió la gerencia de la fábrica que, en sus buenos tiempos, «daba ocupación á infinidad de mujeres empleadas en hilar el capullo y torcer la seda», como ya constató Constantí Llombart. Durante los primeros años, la empresa prosperaba a ojos vistas, de forma que, a mediados de mayo de 1858, Millás solicitó permiso para construir un molino harinero contiguo a su fábrica.

La marcha de la empresa, no obstante, se torció repentinamente. El 31 de octubre de 1852 moría en Buñol Salvador Casanoves Salelles (con tan sólo 30 años de edad). Aun así, lo peor fue la aparición de la pebrina, un parásito que mataba a los gusanos de seda e hizo inviable la continuidad de su actividad. En 1868, mientras la fábrica permanecía cerrada, los bienes de Serafín Millás Ros entraron en concurso necesario de acreedores. Se sucedieron los pleitos interminables entre propietarios y acreedores, pero los primeros lograron conservar sus derechos sobre la fábrica.

Después de tantos años sin actividad alguna, las instalaciones se fueron deteriorando irremediablemente. En estas circunstancias, el Ayuntamiento decidió arrendarlas por 500 pesetas anuales y dedicarlas a usos múltiples. Así, por ejemplo, se utilizaron como lazareto en la epidemia de cólera de 1885. En esta ocasión, el inmueble se dotó «de bastante número de camas, que han proporcionado los vecinos, con plausible desprendimiento, y del personal necesario para ayudar á dos hermanas de la Caridad, que con su religiosa abnegación prestan excelentes servicios á los pacientes». 

Posteriormente, albergó algunas colonias escolares, organizadas por los estudiantes de Magisterio de la FUE (Federación Universitaria Escolar) que, al iniciarse la reforma del local, se trasladaron al chalet de Pallarés.

Durante la Guerra Civil, se decidió transformar uno de los molinos de papel de Corróns en una fábrica de armas; para albergar a sus técnicos, el Ayuntamiento optó por reconstruir la antigua fábrica de seda. Las reformas supusieron una inversión de 600.000 pesetas, pero la obra nueva pudo inaugurarse en julio de 1937. En los últimos días de la guerra, antes de que sus ocupantes fueran evacuados, personas de orden se hicieron cargo del edificio, con la finalidad de evitar su desvalijamiento y la pérdida de los víveres, que se entregaron a Auxilio Social.

A principios de noviembre de 1939, el alcalde recibió un comunicado del Gobernador Civil, donde se le notificaba la petición de Manuel Millás Sagreras y otros propietarios de la edificación que ocupaba Auxilio Social, solicitando la entrega del referido inmueble (que se valoró entre 200.000 y 250.000 pesetas). El alcalde se opuso, alegando que aquel establecimiento había quedado convertido en un simple solar con cuatro paredes, sin utilidad alguna, hasta que el ayuntamiento republicano lo reconstruyó y, además, estaba previsto instalar, en un plazo de dos meses, un hogar de niños huérfanos y abandonados.

El litigio por la propiedad de la otrora fábrica se dilató hasta el año 1944, cuando Auxilio Social la compró a los Millás Sagreras. El 1º de mayo de este año, ante Federico Gomis Juan, notario de Valencia, se verificó la escritura de compraventa de un edificio de tres plantas con una superficie de 1.647 metros cuadrados y de otros edificios anexos para servicios con una extensión de 362 metros cuadrados, así como un espacio de 2.600 metros cuadrados que se destinaba a campo de recreo. La escritura de compraventa fue firmada por el Delegado Provincial de la Obra, en representación y por poderes del Delegado Nacional de Auxilio Social. 

En el momento en que se realizó dicha operación, se hallaban acogidos, en régimen de internado, 80 niños menores de 12 años, que estaban a cargo de instructores del Frente de Juventudes. Según la prensa falangista, gracias «a la intervención del Jefe provincial del Movimiento, camarada Laporta Girón, y al desprendimiento de los propietarios correspondientes, ha sido posible adquirir [el citado inmueble] en buenas condiciones económicas por Auxilio Social». 

Por lo demás, estaban previstas ciertas reformas, a realizar de inmediato, para dotar a la escuela-hogar de huérfanos de suficiente capacidad como para poder acoger a 250 niños. De esta forma, se ponía los cimientos del Hogar rey don Jaime.

Federico Verdet Gómez
Director IEC La Hoya de Buñol-Chiva

Instituto de Estudios
Comarcales de La Hoya de Buñol-Chiva

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