A lo largo de la historia a algunas personas nos han denominado como plebeyos, siervos, obreros, clase trabajadora e incluso nos han llegado a tildar como clase media. En realidad, nos nombren como nos nombren, nunca hemos dejado de ser la gran masa de la sociedad que a base de sus manos y su tiempo han mantenido las distintas clases de estado y las diferentes clases privilegiadas.
Se acerca el 1 mayo y echando la vista atrás nuestra clase, la trabajadora, porque nunca hemos dejado de trabajar, seguimos luchando por conseguir «El Dorado». Esa idea de «El Dorado», con el transcurso del tiempo, ha ido cambiando según hemos ido consiguiendo derechos y libertades en el ámbito laboral. En algún tiempo «El Dorado» sería poder llevarse algo a la boca cada día. En otras épocas fue tener representación política como clase social. Con la lucha de clase se fueron adquiriendo poco a poco y con mucho esfuerzo derechos que nos protegían y nos hacían una vida mejor.
¿Y cuál fue nuestro papel como mujeres? A lo largo de la historia el papel de la mujer en la sociedad siempre ha estado a la sombra del hombre. En el tema de la evolución de los derechos laborales no iba a ser diferente.
Respecto al trabajo de la mujer, hay que ser conscientes que las mujeres campesinas, mujeres del pueblo llano, siempre han trabajado cooperando en la economía familiar. Las mujeres nos ocupábamos de trabajos de manufacturas (tejedoras, hilanderas…), relacionados con el ámbito doméstico (cocineras, doncellas…), y de otros como taberneras, tenderas… pero siempre trabajos considerados de segundo o tercer grado, aunque no menos importantes. En definitiva, la mujer siempre ha contribuido en la economía a pesar de que nuestros derechos hayan costado más de ser reconocidos.
No hay que volver la vista muy atrás para apreciar que aquí, en España, a partir de la Sublevación, el principal papel de la mujer era ser ama de casa. Curioso que nos denominasen «amas» cuando ni siquiera podíamos tener propiedades a nuestro nombre, siempre debíamos de estar tuteladas por un hombre.
Gracias a la lucha de los trabajadores y trabajadoras hemos equiparado derechos y conseguido mayores cotas de representación en todos los sectores laborales, aunque sigue faltando más reivindicación en el campo laboral de la mujer.
Las mujeres seguimos siendo las que nos ocupamos de los trabajos más relacionados con lo doméstico, como limpiar en otras casas o cuidar a nuestros mayores, y seguimos siendo las que soportamos la economía «en B» o «en negro».
Menos mal que en algo hemos evolucionado, ya no decimos «estar en amo», sino que nos denominamos cuidadoras, internas o limpiadoras.
Uno de los motivos por los que tenemos que salir el 1 de mayo y manifestarnos es él de que los trabajos de las mujeres no sean en una gran parte sufragados por la economía sumergida, que se negocien medidas para que estas mujeres estén dentro de nuestro sistema de Seguridad Social garantizándoles todos sus derechos.
Pero hay muchos otros motivos, para mí, uno de los más importantes es la conciliación familiar. Con la madurez me he dado cuenta de que mi madre, como muchas otras, cambió verme crecer por comer a diario o por darme unos estudios. Y en este sentido hemos naufragado contra el muro del tiempo, porque treinta años después mi generación tiene más problemas y la cosa se complica si eres madre o padre soltero.
«El Dorado» de nuestra generación es ese, tener tiempo de calidad para disfrutar con los nuestros y no vender nuestro tiempo y vida a cualquier precio. El próximo 1 de mayo tenemos que hacer oír que nuestro tiempo es importante y que las dueñas y los dueños somos nosotros. No tenemos por qué correr en nuestro propio universo.
MDM Buñol
Movimiento Democrático de Mujeres