Hola de nuevo, seriéfilos y seriéfilas. Vuelvo por aquí en estos meses de verano para recomendaros ficción televisiva de la buena, ya que la realidad es cada vez más difícil de soportar. Os diría que la ficción, es mucho mejor en papel –como los libros, nada–, pero como ya tenemos una sección aquí donde nuestra querida Biblioteca nos habla de libros y del placer de leer, me centraré en la ficción a través de la pantalla.
Antes de mis recomendaciones, os dejo –si me lo permitís– un consejo: no dejéis que la abrumadora oferta de pelis y series con que nos bombardean las distintas plataformas de streaming os roben más allá de un ratito cada día. Uno de los peores efectos de la sobresaturación de nuevos estrenos 365 días al año es tenerte enganchado a la pantalla horas y horas, mientras en el mundo real suceden cosas horribles a las que debemos prestar atención para analizarlas, digerirlas y, si nos quedan fuerzas, actuar.
Una cosa más; de ahora en adelante, cuando os hable de series, no nombraré ninguna de las plataformas de streaming de pago donde están incluidas para no darles publicidad –la mayoría son grandes conglomerados yankees–, por lo que tendréis que tirar de la red de redes, bien para buscar donde están o, aún mejor, para descargarlas. Evitemos todo lo que podamos engordar al imperio criminal que le ha declarado la guerra al mundo. Dicho esto, este mes os traigo unos cuantos títulos de factura ibérica que no hacen sino confirmar el gran momento que atraviesa la ficción española.
En primer lugar, os quiero hablar de «Yo, adicto», una miniserie en 6 episodios, creada por Javier Giner, en la que el propio creador narra su propia experiencia con las adicciones y su particular viaje autodestructivo a los infiernos de las drogas y finalmente el camino que inicia hacia la reconciliación cuando decide entrar por segunda vez a una clínica de desintoxicación. La serie, en la que destaca la excelsa y premiada interpretación de Oriol Sala, que da vida al creador, es un tour de force de emociones que te revuelven por dentro como si las estuvieras viviendo en tus carnes. Por momentos es una serie coral, con personajes imperfectos con sus traumas y sus luces que no te deja ni un solo momento indiferente. Una serie muy recomendable para aquellos que desconfían de esas segundas oportunidades que a veces nos da la vida, y del instinto de supervivencia que nos es innato como seres humanos y que nos puede ayudar a salir del pozo más hondo. No os la perdáis.
Otra serie con la que disfruté mucho e ideal para estas sobremesas de verano o mientras cenáis es A muerte, una serie fresca, divertida y dramática por igual, protagonizada por Verónica Echegui en el papel de Marta, una publicista treintañera que, a diferencia de su hermana, no ha sentado cabeza; un espíritu libre que de repente se queda embarazada de su jefe. Por otro lado está Raúl (Joan Amargós), antiguo compañero de instituto que acaba de ser diagnosticado de un cáncer que solo tiene cura con una complicada intervención quirúrgica y al que acaba de dejar su novia de toda la vida. Ambos, Marta y Raúl, se reencontrarán de forma casual y juntos descubrirán caminos opuestos, ella hacia el compromiso y la madurez y el segundo hacia el disfrute de un amor sin cortapisas. A pesar de que a priori pueda pareceros una comedia romántica al uso, debo deciros que os sorprenderá, ya que, además de momentos desternillantes que te dejan loco, tiene momentos dramáticos que contrastan a la perfección y que hacen de A muerte una serie redonda. La química entre los protagonistas es brutal. Por favor, buscadla.
En tercer lugar os voy a hablar de una de las sensaciones de finales del año pasado: Los años nuevos, una creación de Paula Fabra, Sara Cano y Rodrigo Sorogoyen (El Reino, As Bestas, Antidisturbios) que se sale totalmente de lo que el director madrileño nos tiene acostumbradas. La serie tiene un formato muy curioso en el que cada episodio narra lo que sucede en el día que pasa desde la noche de fin de año al nuevo que entra. De esta forma, nos cuenta los años nuevos en los que amanece una pareja con realidades muy distintas que se conoce en el primer episodio y cuya relación se extenderá por los diez años que conforman los diez episodios de que consta la miniserie. En cada uno de esos años nuevos podemos ver cómo ha evolucionado la pareja: sus éxitos, sus fracasos, sus mejores y peores momentos… En definitiva, la vida misma y las circunstancias y elecciones que nos marcan en las relaciones de pareja. Este novedoso formato te engancha entre episodio y episodio porque cuando acaba uno tienes muchas ganas de saber qué les espera en el siguiente, qué ha pasado en cada año y cómo sus decisiones les han afectado. La pega, que tendréis ganas verla del tirón. Pero claro, no todo iba a ser perfecto.
Por último y no menos importante –de hecho quizá la más importante en los tiempos que corren–, os quiero hablar de Las abogadas, una producción de RTVE y que podéis ver en RTVE-PLAY, plataforma de streaming gratuita que tiene la TV pública, a la que podéis acceder con facilidad y que, por cierto, tiene algunos títulos que merecen mucho la pena. Las abogadas es una miniserie en 6 episodios que destaca por los hechos reales que narra. Y es que estamos en 1969, en los albores de la mal llamada «transición a la democracia». La serie narra las historias cruzadas de cuatro jóvenes mujeres, recién licenciadas en derecho: Manuela Carmena, Lola González, Cristina Almeida y Paca Sahuquillo. Además de una ambientación muy lograda de la época, la serie tiene la virtud de narrar los años que pasaron entre 1969, momento inicial donde se conocen estas cuatro mujeres, y 1977, con el fatídico y conocido asesinato de los abogados de la Calle Atocha 49, ejecutado por un comando ultraderechista con la colaboración de elementos franquistas del Estado que, como en muchos otros casos, no habían sido purgados tras la muerte del dictador. El atentado en este bufete de abogados y abogadas que abrió una joven Manuela Carmena será el último de los 6 episodios de esta historia de estas cuatro mujeres, a través de las cuales la serie nos cuenta con mucho dinamismo la realidad de aquella época; con estafas inmobiliarias de los primeros promotores que se forraban con proyectos que nunca veían la luz (¿os suena?) y, sobre todo, algunos de los asesinatos de la policía franquista (Enrique Ruano, Pedro Patiño, Arturo Ruiz…) y sus grupos paramilitares a sueldo.
La serie tiene un valor enorme porque hace un brutal ejercicio de memoria histórica mostrándonos, por un lado, la enorme lucha que libraban estas cuatro mujeres en los Tribunales franquistas enfrentándose a todo un régimen dictatorial, y por otro, la que debían librar también con un PC en la clandestinidad para hacer valer sus reivindicaciones como mujeres que siempre se postergaban «en pos de la lucha antifranquista». Es esta una serie que todas las familias deberían poner a sus hijos e hijas adolescentes para contrarrestar el silencio y la desmemoria que reinan en la mayoría de las aulas de los institutos de secundaria y el repugnante revisionismo histórico con que martillean en las RRSS partidos abiertamente franquistas como VOX, que ya ni se sonrojan cuando expresan nostalgia y orgullo de aquella época de terror y muerte. Si la juventud actual no conoce lo que ha pasado, estará condenada a volver a vivirlo. Y está más cerca de lo que parece. Por eso, esta serie es IMPRESCINDIBLE. No os la perdáis.
Y hasta aquí por hoy. Nos vemos en el siguiente episodio.
Jose Guerrero Moliner
aFICCIONado