Dime cómo respiras y te diré cómo vives

Reto 2024 mejorar la respiración para mejorar la vida

Lo primero que hacemos al nacer es una inspiración y lo último antes de morir es una espiración. Lo que hay entre un momento y otro es la VIDA, una vida que nos invita a seguir fluyendo en un continuo movimiento de cambio y transformación que se apoya en el ritmo. El órgano del ritmo es el corazón y el motor de la vida es el amor. La respiración es el puente entre el cuerpo y la mente y entre ésta y el alma. 

Cuando la mente está en calma el cuerpo está tranquilo y el alma se expresa libremente. Cuando el alma calla, la mente se enfada y el cuerpo grita, se produce una desconexión, una fricción y una falta de coherencia entre lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos, que abre la puerta al sufrimiento y a la enfermedad.

La respiración es el indicador de cómo estamos porque es lo primero que se altera ante el mínimo cambio. El cuerpo adapta la forma de respirar a las diferentes situaciones a las que se enfrenta; cuando estamos contentos, cuando estamos tristes, cuando estamos enfadados, cuando practicamos un deporte, cuando nos dormimos, cuando vemos una película, cuando compartimos el tiempo con amigos o familiares, cuando interactuamos en el trabajo, o con los vecinos, cuando estamos de pie, cuando estamos sentados, cuando nos tumbamos al sol, cuando tenemos fiebre, cuando practicamos sexo, en cualquier situación la respiración cambia, se calma, se agita, se bloquea, se limita, se acelera o parece desaparecer. Si conocemos nuestra respiración podremos utilizarla para cambiar nuestro estado de ánimo y mejorar la salud.

El estilo de vida actual, las prisas, la sobrecarga de actividades y el exceso de estímulos nos generan un estrés que altera nuestro patrón respiratorio, que generalmente podemos recuperar durante el sueño, pero cuando el cuerpo y la mente se ven sometidos a una sobrecarga prolongada, la respiración se vuelve poco profunda e irregular y el ritmo cardiaco se altera, el cuerpo se encoge, nos falta el aire y de pronto la calma se vuelve tempestad, se pierde el ritmo y aparece la fatiga, el agotamiento y, si se prolonga en el tiempo, la enfermedad.

La respiración es un espejo de la totalidad de la persona, ya que es un reflejo del cuerpo, las emociones y los pensamientos. Cuando el cuerpo se agita la respiración se agita, cuando el cuerpo se calma la respiración se calma. Si te sales de tu ritmo puedes repetir internamente «Mente en calma, cuerpo tranquilo» mientras haces una respiración profunda que te ayude a volver, a habitar el cuerpo.

La respiración es un continuo viaje de dentro a fuera, de fuera a dentro, una conexión entre nosotros y nuestro entorno que nos mantiene en equilibrio y cuando esa relación de intercambio se ve alterada surge un estado de desequilibrio que afecta a todo el organismo. 

Aunque todos sabemos respirar es muy probable que podamos mejorar nuestra respiración haciéndola más natural y espontánea a través de la liberación de las tensiones de nuestro cuerpo, la relajación de nuestras emociones y la calma de nuestra mente.

No hay que intentar respirar bien sino crear las condiciones psicofísicas donde la respiración se exprese como un todo. Cuando se quitan los bloqueos psicofísicos se empieza a respirar bien.

La salud depende principalmente de una respiración correcta que se traduce en un equilibrio físico, emocional y mental que nos vuelve más armónicos favoreciendo el riego sanguíneo de las células cerebrales, ampliando nuestra capacidad de conocimiento, claridad y lucidez, mejorando el estado de ánimo y el carácter, corrigiendo la postura, aumentando la vitalidad y mejorando la piel.

La calidad de la sangre depende en gran medida de la calidad de su oxigenación en los pulmones. Cada órgano depende de la sangre para su nutrición. El estómago, los órganos del aparato digestivo y el sistema nervioso sufren con una respiración incompleta y el organismo pierde vitalidad.

La armonía interior y la fuerza vital se logran a través de una respiración profunda y completa ya que los procesos anímicos se armonizan mediante el estímulo «dejar hacer» y la profundización de la respiración natural.

La respiración que tienes ahora manifiesta el estado mental en el que estás, tu actividad física y si hay algún problema de salud en el organismo. Nuestra pregunta debe ser ¿qué puedo hacer yo para que mi respiración sea más fluida y libre? Observar la respiración sin intentar modificarla nos ayudará a saber cuál es nuestro punto de partida e ir descubriendo su relación con los estados mentales, las tensiones corporales, las posturas, etc. Es un camino de percepción que nos ayuda a descubrir la imagen interna que tenemos de nosotros mismos, como nos hemos adaptado a la vida y las estrategias que hemos utilizado para ello.

Una mente calmada y atenta, junto a una intención positiva crea una respiración profunda y relajada. No se trata de enseñar al cuerpo a respirar, él ya sabe, viene haciéndolo desde que nacimos, se trata de soltar los bloqueos que impiden que el aire fluya de forma natural. Sanar la respiración es sentirla y dejar que se produzca sola. El simple hecho de observarla la modifica. 

Nuestra vida depende de la calidad de nuestra respiración, cómo y cuánto respiramos. No se pueden cambiar los hábitos respiratorios de un día para otro tiene que ser un proceso progresivo, conectando con los distintos espacios respiratorios (clavicular, costal y bajo vientre), requiere constancia y paciencia para ir liberando los obstáculos que hemos ido construyendo desde que nacimos. 

Necesitamos lograr la relajación y el sosiego que nos permitan aflojar los músculos respiratorios, las articulaciones, los tendones y los ligamentos. 

Es fundamental respirar por la nariz para mejorar el movimiento del diafragma, principal músculo de la respiración y así lograr una respiración lenta, silenciosa y profunda. Como si quisieras olor una delicada flor y quedarte con su esencia.

Ejercicios como sentir y observar la respiración, dejarla hacer, sosegarse, relajarse y escuchar nos ayudan a acercarnos más a nosotros mismos y a recuperar nuestro ritmo.

Simbólicamente, con cada inspiración nacemos y con cada espiración morimos, con cada espiración nos vaciamos, eliminando lo que no necesitamos, y con cada inspiración creamos espacio para llenarnos de nuevo. La respiración es una danza entre dar y tomar ya que con cada inspiración recibimos lo que hay fuera y con cada espiración damos lo que tenemos dentro, y cuando yo inspiro «tu eres yo» y cuando yo espiro «yo soy tú»  y juntos nos nutrimos. Y tú inspiras la emoción que yo espiro, si espiro rabia, inspiras rabia, si espiro amor inspiras amor y al mismo tiempo vuelvo a inspirar lo que he espirado y tú haces lo mismo y así juntos podemos intoxicar o purificar el aire que compartimos desde el principio de los tiempos. 

Uno de mis propósitos para 2024 es mejorar mi respiración e impregnarla de una cualidad de gratitud, confianza y amor. ¿Te unes al reto? Sígueme, cada mes te explicaré como hacerlo.

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Cuando era pequeña, el año 2000 sonaba a fin del mundo y el 2024 a ciencia ficción. Hoy, con la mirada de la madurez, me parece mágico que sigamos existiendo. Y sí, ya estamos en lo que llamábamos «El futuro», ese futuro que la ciencia ficción imaginaba con smartphones, cámaras de vigilancia, grandes pantallas en la pared, realidad virtual y viajes al espacio. Un futuro amenazado por robots cada vez más inteligentes y más parecidos a nosotros, capaces de sustituirnos. Y ahí seguimos con el miedo y el amor como motores de vida a partes iguales. Después de tantos millones de años de evolución de la humanidad y tanta tecnología hay algo sutil y ligero, con más fuerza que el poder y más valor que el dinero. Un medio de comunicación universal que equilibra el dar y el tomar, que nos conecta con nosotros mismos, con los demás y con el entorno: la respiración. Sin ella en pocos minutos estamos muertos.

Blanca Marzo Zanón
Coach de salud

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