Francia y España apuestan por lo contrario

Me vais a permitir que mi artículo mensual gire entorno a la crisis energética y a la respuesta que dos naciones con fronteras comunes tienen ante el mismo problema. Y me obliga a escribir sobre ello la diferencia abismal que separa a Francia de España, porque da la sensación que entre ambos existen pocas cosas en común. Por lo menos en eL plano de la energía y en cómo conseguirla. En ese punro la diferencia entre ambas naciones es más que evidente.

FRANCIA APUESTA POR LA ENERGIA NUCLEAR

El presidente francés Emmanuel Macron aprovechando la Conferencia Mundial sobre el Clima celebrada en Glasgow anunció que su país iba a seguir apostando por la energía atómica a la hora de elegir entre otras fuentes alternativas. El presidente francés, que no es un teórico al uso, ha estado aconsejado por la cúpula científica gala que le ha convencido a él y su gobierno que producir electricidad con átomos sigue siendo junto con el uranio  enriquecido la apuesta más inteligente. Para Macron Francia podrá disponer en 2050 de una presencia de carbono en la atmósfera, inferior al 5%, es decir prácticamente neutro. Si esto se consigue Francia sería una nación puntera a la hora de liderar una Europa que ha dejado de depender del carbón, gas natural y derivados del petróleo para generar el 100% de su necesidad energética.

Y qué hace que los franceses apuesten por lo nuclear: al parecer los científicos galos han logrado diseñar y construir posteriormente un mini reactor nuclear de 170 MV de potencia capaz de abastecer por si mismo a más de cinco millones de personas de la electricidad necesaria no sólo para viviendas, también para la industria y otras actividades económicas.

En la actualidad Francia obtiene el 70% de la energía que necesita gracias a 45 rectores atómicos similares, por ejemplo a nuestra Central Nuclear de Cofrentes.

Y la pregunta que nos hacemos es: ¿sómos capaces de imitar a los franceses, o por el contrario apostamos por otro tipo de energías?

ESPAÑA APUESTA POR SOL, VIENTO Y MAREAS

El estado español cree que la solución está en el cambio de la energía actual por el aumento de las renovables. Expliquemos un poco esto. 

España tiene en producción más de 350 embalses lo que supone 54.000 hectómetros cúbicos de agua retenida. Esta cantidad equivale al caudal de la mitad de todos los ríos españoles. Pues bien no hay suficiente energía. Así que hemos de contar con centrales nucleares. En la actualidad hay siete en funcionamiento, pero en el año 2027 comenzarán a cerrarse terminando este ciclo en 2035. 

El Parque Nuclear español supone el 23% de la generación eléctrica. Para sustituirla se ha pensando en el aumento de las denominadas energías renovables, es decir las procedentes del sol, el viento o las mareas, así como de nuevos sistemas que permitan un mejor almacenamiento. Siempre queda echar mano de las nucleares si las renovables no cumplen sus objetivos.

Y por las trabas que suponen la instalación de paneles solares sobre todo en zonas agrarias, la necesidad de incrementar los kilovatios procedentes del sol parece tarea difícil, y en algunos lugares imposible.

¿Quién o quiénes se oponen a la generación de este tipo de energía que nos acompaña, por lo general, durante 300 días al año?

Los colectivos contrarios a este tipo de instalaciones en los campos son: grupos ecologistas, senderistas, cazadores, algunos partidos políticos e incluso organizaciones defensoras de la Naturaleza.

¿Y porqué se oponen? Alegan que afean el entorno, que pasear por el campo rodeados de paneles solares será el no va más de la insensatez, que además aves y otros ejemplares de la flora y la fauna se resentirán . 

Y los partidarios de seguir las directrices del nuevo ministerio de Transición Ecológica que ha elaborado el Plan Nacional Integral de Energía y Clima (Pniec) están convencidos que esa es la solución si en el año 2030 pretendemos que nuestras aportaciones a la atmósfera sea de cero emisiones de carbono y gas de efecto invernadero.

Difícil papeleta la que se presenta a un país que presume de sol y de espacios libres. 

Porque no me negarán ustedes que necesitamos la electricidad para seguir subsistiendo. ¿Quién se atrevería en estos momentos a volver al candil, y al carburo?

Puestos a pedir responsabilidades, creo honestamente que debemos todos reconsiderar nuestras posturas. Ni el campo va a desmerecer por la instalación en determinados lugares de huertos de energía solar, ni las viviendas serán más feas si en los tejados y azoteas se instalan paneles solares.

En mis viajes por el mundo he visto aberraciones urbanísticas que no sólo siguen en pie, es que se visitan y admiran por el turismo poniéndolas como ejemplo y paradigna de una forma de vivir. Puede que tengan razón quienes opinan que el mundo es de todos y de nadie, pero habrá que tener en cuenta que necesitamos de esas energía no sólo para nuestros hogares, los reclama la industria y el sentido común.

El propósito de este trabajo no es otro que crear conciencia de lo que nos rodea. Puede que en nuestro pueblo nadie se haya interesado, todavía, por crear un huerto de energía solar, pero también es posible que más tarde o más temprano, en el Soldelhorta, Aspenadó o la Serreta por citar unos ejemplos haya gente interesada en la construcción de una instalación de este tipo. ¿Qué haríamos? Por si no lo sabéis los encargados de dar las oportunas licencias son los ayuntamientos; ellos son los soberanos en esta cuestión, porque gobierno y ministerios, entidades autonómicas y diputaciones están de acuerdo en las líneas maestras del plan. Y este asunto es noticia y comentario en muchos de nuestros pueblos, sobre todo del interior.

José Luis Cañamero
Miembro de FAPE y Unió de Periodistes

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