«Somos el medio para que el cosmos se conozca a sí mismo»
Carl Sagan.
En primer lugar, desearos, mis queridos lectores, un nuevo año lleno de bendiciones. La Vida nos brinda de nuevo la posibilidad de empezar con mucha fuerza y positivismo. El mundo es un lugar maravilloso, a pesar de todo lo que sucede, donde aún nos queda mucho por andar y descubrir.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha proclamado este año como el comienzo de la Década Internacional de las Ciencias para el Desarrollo Sostenible, así como la celebración en septiembre de la Cumbre del Pacto de Futuro, para forjar un nuevo consenso mundial sobre cómo prepararnos para un futuro con riesgos, pero también con grandes oportunidades.
En estos artículos mensuales siempre digo que hay que tener una mente abierta y ser receptivos a cualquier cosa que en principio nos pueda parecer un despropósito. Como amante del Cosmos que soy, me interesa todo lo que se publica sobre avances científicos. El verano pasado leí una noticia en El Confidencial que decía que un creciente número de científicos —entre ellos Vanchurin, Sabina Hossenfelder, Michio Kaku— afirma que el Universo puede ser una red neuronal gigante, una entidad ‘viva’ capaz de aprender y evolucionar, redefiniendo así nuestra comprensión de cosmos. Una red neuronal similar a las redes neuronales en el cerebro humano. Esto significaría una auténtica revolución en nuestra manera de entender el cosmos y la evolución. Sería el cambio de paradigma científico más profundo que jamás haya experimentado el hombre. Se trata de una hipótesis comprobable, según dicen, al contrario que otras teorías sobre el cosmos que no pueden someterse al método científico. Sería la unificación de la mecánica cuántica y la relatividad. Entonces, si el Universo es un Ser pensante, surgirían preguntas de gran trascendencia: ¿qué significaría esto para nosotros? ¿Somos el producto de un pensamiento?
Carl Sagan y Stephen Hawking ya señalaron el camino hacia esta posibilidad. Anaxágoras, en el año 500 a.C., habló también sobre ello. Sin embargo, todos ellos no hacen sino confirmar la Filosofía Hermética de Hermes Trimegisto, «el elegido de los dioses», contemporáneo de Abraham. El sabio Hermes nos habló de siete principios herméticos, el primero de ellos: el del Mentalismo —del cual, en otro artículo, ya hice referencia—. Este principio encierra la verdad de que «Todo es Mente». Explica que el Universo es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y evolucionamos. Hermes, por lo tanto, en su gran obra recogida por tres iniciados en El Kybalion, sembró, hace cuatro mil años, la «semilla verdad».
El hombre, en su afán de búsqueda de la verdad, mediante la observación y la experimentación, lo que llamamos Ciencia, va aproximándose cada vez más al Espíritu, a la esencia que hay en cada uno de nosotros y en todo lo que existe, y que nuestras mentes no llegan a alcanzar. Pensar en nuestro tiempo que el Universo es similar al cerebro que evoluciona y aprende, puede parecer absurdo, pero como dice el científico Michio Kaku: «Como físico, he aprendido que ‘imposible’ suele ser un término relativo». Esta teoría, por lo tanto, abre nuestra mente a nuevas posibilidades y a darle sentido a nuestra propia existencia. ¡¿No es maravilloso?!
Citaré, para terminar, otro de los principios herméticos: «Como es abajo, es arriba; como es arriba, es abajo». ¡Cuánta sabiduría! ¡Gracias, Hermes, por tu legado!
¡Feliz 2024!
¡Un besazo de Luz enorme!
Emi Zanón Simón
Escritora