Buñoleros ilustres: Ricardo Alís Ortiz (Buñol 1906 – Valencia 1969)

Ricardo Alís «Pelocho» fue un deportista de prestigio internacional, que estuvo en la élite del boxeo. Fue considerado el mejor peso welter y peso medio español de los años veinte y parte de los treinta.

A la edad de cinco años, su familia se traslada a Barcelona y se inicia en el boxeo a la edad de doce, como sparring de su hermano Francisco, también boxeador. Es tanto lo que destaca en el gimnasio, que le hacen debutar como profesional con solo 15 años, sin haber pasado por el campo amateur. Así arranca su meteórica carrera el 2 de junio de 1921, con victoria, en el Iris Park de Barcelona. Allí es un ídolo al que llaman «Ricardet». Su bolsa en ese combate es de 40 pesetas.

El 17 de abril de 1923, con 17 años, conquista el campeonato de España en combate celebrado en Barcelona. A partir de ahí su carrera y su fama se disparan tanto que, unos meses después, se convierte en el primer boxeador español que disputa un combate por el campeonato de Europa. Este se celebra el 3 de febrero de 1924, en el Campo de Les Corts, del F.C. Barcelona, con lleno a rebosar. Ricardo tiene todavía diecisiete años –le faltaban días para los dieciocho– y cuenta 33 combates en su haber. Su oponente, el belga Piet Hobin, es todo un campeón de Europa, muy experimentado –veintisiete años y 88 combates disputados–. El belga es un rodador de los rings, que se las sabe todas y vence en ¡veinte asaltos!, pese a que Ricardo lo había tenido a sus pies en la lona, semigroggy, en el cuarto asalto. «El niño prodigio español no pudo con el viejo gladiador belga» –dijeron los medios–. «Yo llevaba un par de noches sin dormir pensando en el combate y en la obligación de que España consiguiera el título en juego» –diría Ricardo años después–. La bolsa de Ricardo en este combate fue de 15.000 pesetas, una cantidad muy considerable en aquella época, máxime para un deportista de su edad. 

Después del duro combate con Hobin, Ricardo marcha a Buñol para tomarse un descanso. Por esas fechas el mítico Ricardo Zamora, portero del F.C. Barcelona y muy amigo suyo, estaba cedido al Valencia y se organizó un partido amistoso entre el Valencia C.F. y el C.D. Bancario. El encuentro terminó con empate a cero, pero la anécdota es que ambos Ricardos jugaron de porteros; Alís en el Valencia y Zamora en el Bancario. A ambos les unía una buena amistad y, como les gustaba mucho la juerga, parece ser que dejaron buena constancia de ello en las noches de Barcelona.

Al año siguiente de aquella histórica velada por el título europeo, se celebra un combate de revancha entre Alís y Hobin, en el Olympia de Barcelona, el 17 de septiembre de 1925. El belga, sabedor de la gran clase del español y ahora con un año más de experiencia, no se atreve a poner su título en juego. Y acierta porque, en esta ocasión, Ricardo vence al campeón de Europa, consiguiendo así, no solo un desquite personal, sino también un notable ascenso en su prestigio y caché profesional a nivel europeo. Tan es así que ya se convierte en rutina disputar combates internacionales con buenos púgiles de diversos países.Precisamente el día de Navidad de 1925, se enfrenta, en la Plaza de Toros de Valencia, al francés Emile Egrel, al que vence por puntos. Pero la anécdota de este evento radica en que al día siguiente Ricardo se casa en Buñol con Consuelo Moreno, una famosa actriz y cantante de la época. 

Ricardo, que ya tiene serios problemas para mantener el peso welter, se pasa a la categoría de los pesos medios, en la que también se proclama campeón de España en 1925, derrotando al campeón, en combate valedero para el título.

En 1927 interviene en la película «Baixant de la Font del Gat», un melodrama que se estrena en el Olympia de la ciudad condal. El nombre de Ricardo vende bien y es muy atractivo para los promotores de cualquier actividad. 

En 1929 el campeón de Europa de los pesos medios era el francés Marcel Thill –que más tarde sería campeón del mundo–. El promotor catalán Taxonera gestiona un combate entre Till y Ricardo, con el título europeo en juego. Llegado el momento Alís prefiere aprovechar una oportunidad de gira por Estados Unidos para ganar dinero y hacerse un nombre allí, donde si no estás, no eres nadie. Precisamente estando en Norteamérica se entera de la dura sanción que le impone la Federación Española de Boxeo. Nada menos que seis meses de descalificación, pérdida del título de campeón de España de los pesos medios y pagar a Thill 9.250 francos franceses (el 25% de la bolsa a percibir por el púgil francés). Pero tanto Till como su manager dijeron que Ricardo nada les debía, que su reclamación era a Taxonera, que había firmado el contrato sin la autorización de Alís, cuya firma no estaba en el documento. La gira americana duraría casi un año (desde noviembre de 1929 hasta octubre de 1930). El cuarto combate lo disputa en el Arena de Filadelfia enfrentándose a Vincent Forgione, un primera serie del país. El buñolero vence por KO al americano, pero sufre una gran decepción pese a que obtuvo la mayor bolsa de su vida (12.000 dólares). «Disputé el combate con el aspirante [al título mundial] y el vencedor debía enfrentarse para el título del mundo. Pues bien, en ese combate, que tuvo lugar en Filadelfia, vencí por KO en el tercer asalto e inmediatamente después de terminar el combate me querían hacer firmar unos documentos para nacionalizarme y como me negué, me hicieron la vida imposible hasta hacerme regresar de nuevo a España» –diría Ricardo en una entrevista años después–.

A su regreso a España celebra siete combates, a lo largo de 1931, en la categoría de los pesos medios, con el resultado de cinco victorias, una derrota contra Ignacio Ara, otra gran figura nacional y un combate nulo (empate), precisamente en el que pelea como aspirante al campeonato de España, contra el campeón Vicente Lorenzo que, con este resultado, conserva el título –recuérdese que, estando en América, Ricardo fue desposeído del título, por sanción de la Federación Española de Boxeo–. Poco después de estos combates recibe una carta del manager americano Jimmie de Forest rogándole regrese a EE. UU. Le informa que la National Boxing Asociation de Nueva York lo había nominado como parte de un grupo que debía disputar unas eliminatorias para cubrir la vacante de campeón del mundo que dejó el gran Mikey Walker en la categoría de los pesos medios.  

Ricardo tiene sobre la mesa la propuesta del americano y otra de Venezuela para 6 combates en Caracas, a 800 pesos cada uno. Después de analizarlo todo decide continuar en España y pasar a la categoría de los pesos semipesados en la que celebra cuatro combates, con dos derrotas y dos victorias, una de ellas en Argelia. La preparación de Ricardo ya no es tan metódica y rigurosa y su estrella comienza a declinar. Su entusiasmo y motivaciones ya no son los de antes y se involucra en los negocios artísticos de su esposa, que le llevan nuevamente a Nueva York, por una buena temporada, entre los años 1932-33. A su regreso a España, tras seis meses sin pisar un ring ni un gimnasio, tuvo como un rebrote de entusiasmo deportivo y sintió el deseo de prepararse para ponerse en forma y retomar la actividad boxística. Se lo planteó como un reto o una prueba, para ver hasta qué punto podía acometer un nuevo –y quizá último– ciclo deportivo. Si todo iba bien, hasta pensaba buscar el campeonato de España de los pesos semipesados. Cuando Ricardo pone de nuevo su nombre en el mercado boxístico, tras un año sin boxear, ya no le llueven los contratos como antaño. Y aunque le cuesta admitirlo, ve que su tiempo ha  pasado. Lo contratan para un combate, en octubre de 1933, en el Iris Park de Barcelona –recuérdese, el lugar de su debut– en el que vence a su rival. Después de esta velada celebra su último combate en la Plaza de Toros de Valencia. Con este combate, terminado en tablas, Ricardo se despide del boxeo y de sus paisanos un 5 de mayo de 1934. Aún celebraría otro combate (septiembre de 1934), en el Iris Park de Barcelona –este sí, el último– que terminó con derrota para Ricardo.

En sus trece años de profesional del boxeo Ricardo celebra 87 combates –estos son los registrados, pero seguramente fueron más–. Gana 61, pierde 18 e iguala 8. En Barcelona disputa 53, en Valencia 9, en Madrid 6, en La Habana (Cuba) 5, en San Sebastián 3, en Argelia 2 y en París 1. En su gira por Estados Unidos disputa 2 combates en Filadelfia y 6 en Nueva York (uno de ellos, el primero de la gira, en el mítico Madison Square Garden, con victoria). En toda su carrera deportiva, Ricardo Alís solo tuvo dos lesiones importantes: fractura de la mano derecha en 1924 y fractura de los huesos propios de la nariz, a causa de un cabezazo, en Filadelfia (1930).

En 1935 cuelga los guantes y en enero de 1936 decide poner su experiencia y conocimientos al servicio de los nuevos valores boxísticos. A tal fin monta un magnífico gimnasio en Barcelona –el Boxing Club Alís– con el mejor aparataje del momento. Pero en la guerra lo pierde todo, incluidos sus ahorros y vuelve a Valencia, donde entrena entre otros al recordado campeón de España de los semipesados, Antonio Folgado «El Tigre de Manises». Ricardo se había separado de su esposa hacía algún tiempo y, estando ya afincado en Valencia, conoció a Rosario Adelina Pérez Font, que sería su segunda esposa y quien le acompañó hasta el final.  

Hacia 1945 Ricardo sufre un derrame cerebral que le produce una parálisis parcial de la parte izquierda del cuerpo (ojo, brazo y pierna). Se instala en Buñol ya rebasada la cuarentena y, en un intento de asegurar la subsistencia y matar el gusanillo de la afición, compra una casa en la Calle Floridablanca y monta en ella un gimnasio para formar boxeadores que, en principio, parece funcionar aceptablemente, pero algún tiempo después fracasa. De los pocos jóvenes que se interesan por el boxeo, ninguno llega a practicarlo, al menos de forma continuada. Conocemos un caso, por ser de la familia, que llegó a debutar, en la Plaza de Toros de Valencia. Era Joaquín Lahuerta Pallás «Porretón» (1925-2007), un mozo fuerte como una roca. Fue su primer y último combate porque, contrariamente a lo que pensaba, recibió un severo correctivo de su rival, en apariencia menos fuerte, pero con más técnica y veteranía, que le venció por abandono. La abuela de Joaquín, María «La Sarriera», que también era la nuestra, describía esta aventura de su nieto así: «Se creía que solo iba a pegar él, sin que le pegaran, pero como el otro le estaba arreando una buena tocata y él casi no podía tocarlo, levantó los brasos» [abandonó].

La situación económica de Ricardo es muy precaria. «Es cierto, gané mucho dinero, pero también gasté mucho y mucho empleé, mal aconsejado… Don Vicente Gil, presidente de la Federación Española de Boxeo, me envió mil pesetas. También recibí cartas del delegado nacional de Deportes, de la Federación Española de Boxeo y de la Federación Catalana… [se supone que para una velada de boxeo en su homenaje] pero hasta ahora nada se ha hecho…» diría Ricardo años después. 

El final de Ricardo es como el de tantos otros púgiles: sin dinero, olvidados y en el anonimato. Los que antes le aplaudían, ahora lo ignoran. El Ayuntamiento de Valencia, en 1950 y en atención a su pasado deportivo, le concede una plaza de guarda en el Parque de Viveros. «Gracias a Don Maximiliano Lloret y a Don [Emilio] Borso di Carminatti, que me ofrecieron este trabajo, si no, me hubiera muerto de hambre. El sueldo no es mucho, pero entre lo mío y lo que gana mi esposa podemos ir viviendo… Espero jubilarme con cinco o seis mil pesetas mensuales y Dios proveerá»…

En 1966 la Agrupación de Exboxeadores de Cataluña rinde un homenaje a tres pugilistas inolvidables de renombre internacional: los valencianos Ricardo Alís e Hilario Martínez, ambos excampeones de España (pesos welter/medio) y el vasco Paulino Uzcudun, excampeón de España y de Europa (peso pesado). Se dieron cita más de ciento cincuenta comensales, muchos de ellos exboxeadores, para recordar tiempos pasados. Los tres homenajeados fueron felices escuchando fuertes ovaciones, como en sus buenos tiempos, aunque se desconoce si recibieron alguna ayuda económica en ese acto. Ese mismo año Manuel Summers realiza la película «Juguetes rotos» en la que intervienen una serie de personajes del espectáculo, de la tauromaquia y del deporte, muy populares en otras épocas, pero sumidos, en la decadencia y el olvido, cuando no en la ruina. Entre dichos personajes, aparecen en la película, además de nuestro Ricardo, sus dos colegas mencionados anteriormente. 

Un día se siente mal estando en su puesto de guarda y a los pocos días, un 26 de Julio de 1969, fallece. Esta es la versión oficial de diversas fuentes consultadas, pero familiares de Ricardo y gente que lo conoció, afirman que murió a consecuencia de las lesiones producidas por unos desalmados, no identificados, que le agredieron salvajemente, por la noche, mientras cumplía con su trabajo de guarda en el Parque de Viveros. Había entonces una férrea censura de los medios para que la mayoría de suicidios, muertes violentas y asesinatos no se publicaran; menos aún en casos como este, cuya resonancia hubiera sido mayor, dada la popularidad del personaje.

Nota del autor.- Tras la primera edición de este libro, en 2011, solicitamos al Ayuntamiento le dedicara una calle o recinto deportivo. El 14-2-2014 le dedicaron el paseo donde se encuentra el Pabellón Deportivo Municipal. 

Fuente de imágenes:

-(1) Josefina y Carlos Ortiz Corachán, primos. 

-(2) Internet.

Del libro “La Villa de Buñol en el tiempo” (2ª edición). Con permiso de su autor.

Juan Simón Lahuerta
Buñolerómano

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