Érase una vez…

Mucho han cambiado los tiempos en los últimos años, y lo vemos cada día en las películas, la publicidad e incluso en los cuentos.

En los años cincuenta, tanto la publicidad como la tradición hacían de la mujer una mujer subordinada a su marido, casi al nivel de una esclava. Por ejemplo, la publicidad de Coca-Cola de los años cincuenta consta de una mujer que se toma un descanso de sus tareas domésticas para beberse una.

Resulta difícil creer en un mundo igualitario cuando cada día vemos numerosas series y películas, muchas de ellas famosas y que no nos importa ver cada año, pero que transmiten valores poco equitativos entre hombres y mujeres. En la película Grease, por ejemplo, vemos como Sandy termina cambiando con tal de estar con Dany. La Sirenita cambia con tal de tener piernas para poder subir a la superficie y estar con el hombre al que solo ha visto una vez. Blancanieves logra quedarse en la casa de los enanitos convenciendo a los mismos de que sabe lavar, coser, barrer y cocinar. En Cenicienta, el cuento nos relata la lucha entre mujeres por conquistar a un príncipe, por no hablar de cómo son ellas las que siempre aparecen en escena limpiando. Si algo nos han enseñado los clásicos de Disney es que el príncipe valiente salva a la princesa indefensa, la belleza es la cualidad más importante de la mujer, el amor es su máxima aspiración y la limpieza es una tarea de ellas. Y, lo peor de todo, es que estos son los valores que se transmiten a los niños desde pequeños contando estos clásicos, y a las niñas les encanta.

En los últimos años, por fin Disney ha cambiado su línea, son varias las princesas que se han mostrado autosuficientes y rompedoras. Ya comenzó con Jasmín, que se opone a un matrimonio concertado, pero sobre todo con la nueva generación Disney encabezada por Mérida, una joven valiente que desafía al sistema, o Elsa, que busca su libertad. También Moana, que se niega a obedecer las órdenes de su padre, no necesita a un hombre a su lado y se propone ella sola la salvación de un pueblo entero. La conclusión es que “nos han enseñado a pensar que lo normal es lo masculino”, decía Eisenhaur, que resaltaba cómo Frozen o Brave tenían resultados más favorables en sus guiones. Lo curioso es que ambos están escritos por mujeres.

En 2012, Disney estrena Brave, con Mérida, ya considerada como la primera princesa feminista. Mérida se opone a un matrimonio concertado, su físico e imagen distan mucho del prototipo al que nos tenían acostumbradas las anteriores princesas, no duda en competir por su propia mano, siendo mejor con el arco que el resto de los hombres, y el desenlace de esta película de animación no tiene por qué acabar con un príncipe que la rescata.

Tras Mérida llega otra luchadora, la hija del jefe de la aldea de Motunui, Vaiana. La figura del príncipe no aparece por ningún sitio, y la figura masculina que aparece en escena se convierte en su aliado. Ambos trabajan en equipo y se ayudan mutuamente para conseguir salvar a todos de la destrucción.En 2013, se estrena Frozen, que en realidad lo que le mueve es el amor, pero por su hermana Anna. Fue la primera película dirigida por una mujer. Por fin existe variedad en los cuentos de Disney y reflejan una figura femenina más acorde con la mujer de hoy en día. Estos valores son más equitativos y alejados de la mujer salvada por un hombre.

En 2007 Davis creó el Instituto Geena Davis sobre género en los medios de comunicación. El primer objetivo del instituto es un programa en el terreno que colabora con la industria del entretenimiento para aumentar la presencia de personajes femeninos en los medios dirigidos a la infancia y reducir los estereotipos de las mujeres en la industria, dominada por hombres.  Geena dijo “No tenemos suficientes modelos femeninos para inspirar el cambio. Necesitamos verlo en la ficción para crear el cambio cultural que necesitamos. Si vemos a más mujeres en pantalla como líderes corporativas, científicas y políticas, habrá más mujeres en la vida real asumiendo estos roles”.

Esto, sin duda, es el mayor reto, ver a mujeres importantes como hasta ahora se han mostrado los hombres. No solo hay superhéroes, también hay muchas heroínas silenciadas durante muchos años por hombres. Cambiar princesas en busca de príncipes azules por heroínas que hacen grandes cosas; cuentos protagonizados por mujeres reales que cambien el mundo; películas que inspiren a las niñas a tener las mismas oportunidades que los hombres.

Todas las niñas merecen crecer pensando que pueden ser lo que ellas quieran y no lo que proyectan sus personajes ni los valores que estos nos han enseñado desde pequeñas.

Virginia Bartolomé Marzo
Harta de princesitas

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