Ilusión por las Fallas

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Hay algo distinto al resto de los ciudadanos en los falleros. Aparentemente no puedes notarlo en su día a día, pero todos los años por estas fechas, un sentimiento les invade, la ilusión por Las Fallas.

Pero, ¿Qué son las fallas?
Más allá de lo más visible, las fallas más populares, el multitudinario encendido de los maravillosos alumbrados de la ciudad, las masivas mascletás en la plaza del ayuntamiento, los castillos de fuegos artificiales cada noche… Además de todo esto, hay otra cara de Las Fallas, mucho menos publicitada donde lo que manda es el sentimiento, sentirse fallero y disfrutar de unas fiestas que son parte de la vida.

Soy fallera. Lo decidieron mis padres cuando nací, crecí en el entorno fallero, y este sigue siendo parte de mi vida, esté donde esté. Pertenezco a la misma comisión toda mi vida, una falla de barrio, lo más parecido a una gran familia.

Una comisión fallera tiene vida y trabajo durante todo el año para culminar en nuestra semana de fiestas intentando que haya muchos actos que nos permitan pasar todo el día en la calle.

Desde el mismo mes de abril, cuando ya se votan y se deciden los monumentos que sacaremos a la calle las siguientes Fallas, todo el año comienza a ser una preparación para lo que llega por estas fechas, coincidiendo con el inicio de la transformación de la ciudad, esa ilusión y ganas de “bajar a la falla” y participar de la fiesta.

Como decía, hablo de una falla de barrio, sin demasiadas ganas de protagonismo y donde el objetivo último es pasarlo bien sin desatender ninguna tradición. Una falla donde se hace un llamamiento al barrio, nuestro tradicional “pregó faller”, para que participe y se implique con nosotros, donde las fiestas son en la calle, abiertas a propios y extraños, donde los amigos de mis amigos también terminan siendo mis amigos y donde no nos gusta que nos digan que las fallas somos cerradas.

Para mí Las Fallas son calle, son amigos, son eternas sobremesas, son disfraces, son oler a pólvora. Fallas es mi casa llena de trajes de valenciana, es mi madre repartiendo turnos para peinarnos, es un sentimiento más allá de las creencias, es desfilar en la ofrenda año tras año con mi familia y sentirme feliz porque un día decidieron mis padres que iba a ser fallera y me dieron la oportunidad de sentir todo esto.

Así que estos días comienzo a estar nerviosa, mi madre ya está planchando nuestros trajes y los amigos organizándonos para coincidir el mayor número de días posibles.

Y llegará San José, que siempre nos pilla agotados, y confieso que derramaré alguna lágrima por la emoción de haber conseguido el objetivo, porque se cerrará el paréntesis de Las Fallas, y habrá que volver a la rutina. Pero estaré feliz porque tras la “Cremá”, llegará la primavera y el ciclo volverá a empezar. Felices Fallas a todos.

Tere Alandi Font.
Fallera de nacimiento.

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