El editorial de este mes de diciembre se va a salir un poco de la norma. En lugar de presentar los contenidos de este mes de la Navidad, va a servir para explicar el por qué de la portada de este nuevo número.
A principios y mediados de los años 90 era habitual por estas fechas, que en los colegios de la localidad se organizasen concursos de dibujos para elegir, entre cada clase o curso, el que mejor representase el espíritu de la Navidad.
Los que tenían poca maña, intentaban calcar algo de alguna postal o de algún libro de la época. Y los que se veía que habían nacido con un don, daba gusto verlos. Ellas y ellos eran los «suertudos» que cada año se llevaban un lote de rotuladores y el kit de compás, con reglas y transportador de ángulos. Era lo que había, pero, de vez en cuando «molaba» llevarse algún premio. Nunca fue el caso del que les escribe.
Bien, pues, una vez elegidos las ganadoras y ganadores, competían con otras y otros ganadores de los tres colegios de la localidad. Y de ahí salía el mejor dibujo del año. Y, como premio, el dibujo elegido, era utilizado por el Ayuntamiento de turno para enviarlo a cada casa de la localidad como felicitación navideña ¡Qué tiempos!
Así que, como podrán comprobar, nuestra portada rinde homenaje a aquellos concursos de dibujos escolares que algunos afrontábamos con mucho empeño, pero no había manera. Concretamente, el dibujo pertenece a la buñolense Ana Carreño, que allá por el año 1994 nos dejó esta bonita estampa navideña que hoy recuperamos.
El campanario de la iglesia de San Pedro Apóstol y Papá Noel sobrevolándolo con su trineo. Sin duda, una imagen que, para los que vivimos aquella época nos trae innumerables recuerdos de esas navidades donde todo era alegría.
