San Luis Bertrán. La historia del patrón de Buñol.

En este año 2020 tan atípico, en el que no hemos tenido fiestas como tal en la localidad, hemos querido indagar un poco más en la figura en torno a la que se erigen la Feria y Fiestas de Buñol. Con el paso de los años, parece que las nuevas generaciones desconocen a quién se dedican nuestras fiestas patronales. Otros, simplemente lo han obviado porque sí. Pero nuestras fiestas patronales, como su propio nombre indica, están dedicadas al Patrón de Buñol, que no es ni más ni menos, que ese santo “amarillico” que durante todo el año espera impaciente su semana grande para salir de la Ermita donde se refugia. No es otro que San Luis Bertrán.

Antes hablaba de las nuevas generaciones, pero ¿y las anteriores? ¿Conocen la historia de nuestro Patrón? ¿Saben por qué es Patrón de Buñol? Son dudas estas que vamos a tratar de disipar en el siguiente artículo.

Juan Luis Bertrán Eixarch –que así se llamaba– nace en Valencia el día 1 de enero de 1526, en el seno de una familia noble de notarios. Fueron sus padres Luis Bertrán y Ángela Eixarch. Su casa natalicia se encuentra en el número 3 de la Plaza de San Luis Bertrán, frente al edificio del Antiguo Almudín y el Palacio de los Escrivá y muy próxima a la Iglesia de San Esteban, donde fue bautizado.

Fue en su adolescencia cuando sintió la llamada del Señor, para ingresar en la Orden de Predicadores, pero sus padres se opusieron enérgicamente. Según cuentan, San Luis, ante la oposición paterna, se confabuló con su hermana pequeña y escapó de casa con la excusa de peregrinar a Santiago o de morir mártir en manos de unos infieles. Ante la pérdida de sus hijos, los padres enviaron emisarios para buscarles, hasta que los encontraron en Buñol, escondidos donde actualmente se levanta la Ermita que lleva su nombre. Una zona rocosa y escarpada donde habitaban algunos eremitas dedicados a la oración. Cuenta la leyenda que cuando los emisarios encontraron a la hermana y a San Luis, este se opuso a salir del lugar. Se aferró tanto a ese lugar, que al ser apresado, derramó lágrimas en los alrededores de la Ermita y fue entonces cuando brotó el manantial que lleva su nombre. Se dice que desde ese momento no ha dejado de manar agua. Siempre se consideró este el primer milagro de San Luis, que data del año 1540.

En agosto de 1544 tomó el hábito de la Orden de Predicadores (Dominicos), en el Convento de Santo Domingo de Valencia (actual Capitanía General). Pronto recibió la ordenación sacerdotal (1547) y fue nombrado Maestro de novicios (1549).

Más tarde le proponen que funde un Convento en Llombay (1548). En su inauguración estuvieron presentes Don Luis Beltrán y San Francisco de Borja. Ambos serían más tarde conjuntamente canonizados. De allí, lo envían al Convento de Santa Ana en Albaida, donde se inicia en las experiencias de gobierno con el cargo de superior de la Comunidad.

En 1560 vuelve a Valencia, donde lo nombran “Maestro de estudiantes”. Mantuvo en ese momento correspondencia epistolar con Santa Teresa de Jesús. En la capital del Turia se dedicó a la predicación constantemente. Pero su celo apostólico le llevó a solicitar la autorización al General de la Orden para trasladarse a América. Así, en 1562 viajó a Cartagena de Indias, donde se encargó de la evangelización de los indígenas, aunque tampoco tuvo ningún reparo en denunciar las injusticias que se cometían contra ellos. Como su predicación era tan incómoda para los que pretendían enriquecerse, hay dos leyendas que cuentan como intentaron matarlo. 

La primera dice que al acercarse un noble a clavarle una daga, el puñal se transformó en un crucifijo y no pudo acabar con su vida. La otra habla de un intento de envenenamiento con una copa. Aunque el Santo se la bebió, el veneno no le causo ningún daño. Por este motivo, la iconografía lo ha representado de dos formas diferentes: en pintura con un crucifijo en la mano. Y en escultura –como podemos ver en Buñol– con la Biblia en una mano y con un cáliz del que sale una serpiente que simbolizaba ese envenenamiento.

Ya en 1575 fue elegido Prov. del Convento de Santo Domingo en Valencia. Posteriormente en el año 1581 comenzó a empeorar en su estado de salud. Recibió el Santo Viático en presencia del Patriarca San Juan de Ribera, Arzobispo de Valencia, con quien le unía una gran amistad y que estuvo constantemente acompañándole en sus peores momentos. Lo trasladaron al Hospital de Pobres sacerdotes y de allí al Palacio Patriarcal de Burjassot. Al agravarse más su salud se le devolvió al Convento de Santo Domingo, donde murió el 9 de octubre de 1581, coincidiendo con la celebración de la fiesta de San Dionisio y aniversario de la Conquista de Valencia y Consagración de su Catedral.

27 años más tarde, el 19 de julio de 1608, el Papa Pablo V lo beatificó y 63 años después, el 12 abril de 1671, Clemente X lo canonizó.

Sus restos fueron depositados en la Iglesia de San Esteban en Valencia, que posteriormente fue destruida e incendiada en la Guerra Civil, provocando que los restos del Santo desaparecieran. No obstante, en la parroquia San Pedro Apóstol de Buñol se conserva todavía una reliquia del Santo Patrón que está catalogada por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Generalitat Valenciana.

El patronazgo de Buñol es de tiempo inmemorial, aunque según estimaciones se podría datar entre finales del XVII o principios del XVIII. Además, San Luis ya aparece como patrón de la localidad en los documentos locales del S. XIX. Aunque la Diócesis celebra su onomástica el 9 de octubre, en Buñol se ha celebrado siempre el último jueves de agosto, ya que en esta última semana tienen lugar en la localidad las Ferias y Fiestas en su Honor.

Su imagen permanece durante casi todo el año en la Ermita que está junto al charco que lleva su nombre. Esta Ermita fue construida en 1876 para reemplazar a otra más antigua que fue destruida en 1874 por los efectos de una riada. Fue diseñada por José Brel, pintor valenciano. La pequeña Ermita es de estilo historicista neogótico. Su cubierta es a dos aguas. La campana se encuentra en una espadaña alzada sobre el hastial posterior, pegada a la roca.​ En la fachada hay tallas de yeso pintado, en estilo neogótico. La puerta cuenta con un arco ojival y sobre todo ello está el frontón con un óculo con rosetón lobulado de piedra. Además, un pequeño retablo cerámico presenta la imagen de San Luis Bertrán. 

El interior, de reducidas dimensiones, se ilumina a través de unas ventanas ojivales en los muros laterales. Sobre el altar mayor esta la imagen de San Luis en una hornacina. Se le traslada el segundo día de fiestas en romería hasta la Parroquia de San Pedro Apóstol, donde permanece durante 10 días, hasta que acaba la Feria y Fiestas de Buñol.

Juan Martínez García
Feligrés San Pedro Apóstol

 

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