Buñol no se merece que sea en 1945

Hace exactamente cinco años, al llegarme las noticias que desde el Ayuntamiento se iba a proceder realizar el 70 aniversario de La Tomatina se me ocurrió el escribir un artículo (asíesbuñol nº7 Agosto 2015)  en el que desde mi punto de vista no creía que ese 2015 fuese un año de aniversario tan redondo, y no porque el año fuese ese, sino que pensaba y pienso que La Tomatina no se inició en el año 1945 sino tres o cuatro (creo que cuatro) años más tarde. 

Daba una serie de razones que echaban por tierra las teorías del 1945. La principal es que jamás se podría lanzar tomates ese año al altavoz de hojalata en forma de embudo que un vendedor llevaba para anunciar sus productos y que acompañaba cantando la canción Amado Mío de la película Gilda, porque la película se estrenó en Estados Unidos en 1946 y no llegó a España hasta diciembre de 1947 a Madrid y septiembre de 1948 a provincias; El “setenta aniversario”, la verdad, no tuvo mucho relumbrón, así que en este año de 2020 se iba a celebrar, lógicamente, el 75 aniversario, con lo que he pensado que poco o nada había influido el artículo de las “Edades de la Tomatina”.

El imperativo legal del confinamiento por el COVID-19 ha hecho que muchos estemos en casa más tiempo que en toda nuestra vida, que leamos, consultemos con Internet, hablemos con nuestros amigos, en fin, que los cánones normales se hayan visto de forma drástica alterados, para unas cosas bien, para otras no tan bien.

A La Tomatina (y a mis razonamientos) la pandemia le ha dado otra oportunidad y espero que los dirigentes del pueblo como mínimo estudien el asunto. Al suspenderse La Tomatina los actos del 75 aniversario no tienen ningún sentido, pero si la fiesta en vez de ser en el año 1945, fuese en el año 1949 cuando comenzase, ese 75 aniversario estaría por venir.

Como he dicho, esta pandemia ha dado (y da) para mucho. Nos ha hecho valorar lo que temíamos que nos podría faltar, principalmente la comida. Casi la población ha entrado en pánico, comprando todo lo que ha podido y, por supuesto, sin tirar apenas nada. Ha habido momentos en que para llenarse un contenedor de basuras han tenido que pasar dos o tres semanas.

Pues ese pánico, trasladarlo a los años de la posguerra. Entonces no es que no se hacía acopio de comida, es que no había comida. ¿Cómo se iba a hacer una fiesta en la que se tiraba la comida? Se instauraron las Cartillas de Racionamiento, que estuvieron vigentes hasta el año 1952 desde el mes de agosto de 1939, los alimentos estuvieron casi vetados para la mayoría de la población, los fallecimientos por inanición (extrema debilidad debido a la falta de alimento) eran numerosísimos. El historiador Ricardo de la Cierva habla de miles de muertos, treinta mil siendo generosos, y siendo historiador del régimen. Historiadores independientes hablan de más de ciento cincuenta mil, a los que se suman los muertos por la epidemia de tifus que se desata en 1941 –desde 1940 hasta 1947 la tuberculosis meníngea y pulmonar mata a 260.950–, siendo entre los años 1945 a 1947 el periodo que más fallecimientos se producen, 100.871. A todo esto hay que sumar los enfermos que por año produce esta enfermedad, que aproximadamente se cuenta en unos ciento cincuenta mil. 

Miguel Ángel del Arco, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada, hace un relato sobre la inanición, las enfermedades epidémicas (tifus..) y otras relacionadas por la falta de alimentación como la pelagra (falta de vitamina B-3). En algunos lugares de Extremadura, dice el profesor, la desesperación es tan grande que comían a diario hierbas cocinadas con sal. 

No en todas partes era igual. En el bando de los vencedores había comida e incluso, por el pacto que la España fascista tenía con la Alemania de Hitler, se enviaba al frente de guerra alemán la comida que en España una parte importante de sus habitantes (los de la parte republicana) no tenían. 

Dentro de las ciudades, según la clase social, la vida era de una forma u otra. Un niño de 14 años del barrio de Vallecas en Madrid tenía un desarrollo igual que uno de 10 años del barrio de Salamanca en la misma ciudad.

En 1944 en Buñol es nombrado alcalde Salvador Pérez Ballester. Hablando con su hijo Salvador me decía que su padre le manifestó que aceptó el nombramiento si se cumplía una condición y era que, dado que el régimen había unificado las dos bandas de música en una sola al terminar la guerra, su deseo y el de otros muchos era que esa unión no persistiera y que se volviese al origen: un pueblo, dos bandas. En 1945 se logra la disolución de esa única banda y la reformación de las dos bandas actuales, La Artística y la Armónica. Esta última, a su vez, como los otros tenían su Fiesta del Mantón, también querían la suya. De esta forma, en el año 1945 se inaugura en las Fiestas Locales de Buñol la Fiesta de El Litro. Esta fiesta sí que cumple este año su 75 aniversario, pero yo nunca he oído que el año de la creación de la fiesta del Litro fuese también el año de la creación de La Tomatina. Si así fuera, imagino que algún socio, simpatizante o miembro de la Sociedad se lo habría oído decir a su padre, a su abuelo o yo que sé a quién, pero nadie, repito, nadie nunca comentó que estos dos eventos nacieran el mismo año, el mismo mes, la misma semana y casi el mismo día. Algo falla. 

Preguntando a Salvador si en el tiempo en que su padre fue alcalde le contó algo de esta historia del tomate, me decía que jamás en el tiempo que estuvo al frente de la alcaldía vio que algún grupo de gente se tirase tomates por diversión. Fue alcalde hasta el año 1947-1948.

Titulo el artículo “Buñol no se merece que sea en 1945” porque nuestro pueblo tiene unas raíces tan democráticas y solidarias que no dan cabida a actitudes tan irresponsables y tan de niños ricos en una época en la que, como antes decía, morían a miles las personas por hambre y por enfermedades como consecuencia del hambre; cuando el año 1945 fue catalogado por los voceros del régimen como “el año de la pertinaz sequía” (después vendrían más años de pertinaz sequía), años que a las gravísimas enfermedades se le sumaba la total escasez de antibióticos y consecuentemente hasta el año 1952 no pudimos entrar en los embriones de una normalidad que aún tardaría ocho o diez años más en llegar.

Imaginaos por un momento que Televisión Española emitiera un capítulo de la serie del “Ministerio del Tiempo” que reflejase la España del año 1945, y viendo las caras famélicas de los niños, los cientos de miles de enfermos y muertos por el hambre, apareciese en pantalla un pueblo tirándose tomates. No íbamos a quedar muy bien que digamos. Repito, no nos merecemos que sea en 1945.

Al Ayuntamiento le pido: infórmense, reescriban las historia y si el 75 aniversario es el año 2023 o 2024, pues más tiempo tenemos para prepararnos.

Manuel Roca Vallés
Recordando otras cosas del 68

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