La alquería de Turx / Turche. Un poblado medieval desaparecido.

El paraje de Turche o, mejor, Cueva (de) Turche, en el término de Buñol, se encuentra a unos pocos centenares de metros del núcleo urbano y se trata de un importante salto fluvial de varias decenas de metros y una enorme oquedad excavada en la roca seguida de un valle alargado y encajado siguiendo el curso del río Chico o río Juanes poco antes de encontrarse con el río Buñol camino de la Ribera del Xúquer.

No sólo es muy bien conocido y apreciado por la gente de Buñol y de la comarca sino que, desde hace algunos años, y de modo espectacular tras la pandemia, ha ido creciendo la cantidad de visitantes atraídos por el encanto del espacio natural. La avalancha de visitantes ha puesto en discusión el modelo a seguir respecto al tratamiento de los espacios naturales y su relación con el turismo de naturaleza. Mientras las opiniones se enturbian entre promesas electorales, rescatamos algunas noticias que nos hablan de un antiguo lugar poblado en la zona.

El primer y más antiguo documento es la carta puebla de Yátova de 1266. Este importante documento es otorgado por el señor de Buñol y la Hoya de entonces, Pere Ferrandis d’Íxer, hijo del rey Jaume I. En él se mencionan una serie de lugares que son asignados a pobladores traídos de fuera para fortalecer o recuperar aldeas que habían perdido efectivos, no sabemos si por conflictos anteriores o rebeliones que produjeron expulsiones o huidas.

Los nuevos pobladores proceden del otro lado del Xúquer, de las tierras del castillo de Bes en la Manchuela, cuyos habitantes, andalusíes, habrían sido expulsados de sus casas para ser ocupadas por colonos cristianos. Los lugares de destino de los deportados son: «… Hiátava, e Cuerna, e Pardinellas, e Millares, e lo Baycuela, e Turga…».  Un listado algo complejo de interpretar en algunos topónimos y en especial el que nos ocupa. 

Otros estudios sobre el documento atribuyen las grafías que corresponden a Turche a otra localidad cercana: Torís o Turís. Pero no encaja esta solución con la frase que antecede la relación donde identifica esos destinos como «alquerías quales son en término de Bunyol, ço es a saber…». Torís nunca perteneció al término de Buñol. Además, el mismo documento vuelve a nombrar nuestra alquería más adelante, donde el señor se reserva un lote de la que debió ser la mejor tierra de cultivo y señala que «retenemos por a nos e a los nuestros X jovadas de tierra en l’alchareya de Turyg, a fer a nuestras voluntades, e que y podamos fer torre». Una «jovada» valenciana (= yugada) son 3 has. por lo que la ‘quincha’ señorial tenía unas 30 has., poca broma. Se reserva el derecho a levantar una fortificación (‘fer torre’) de la que no tenemos noticia documental ni rastro arqueológico, ya que no debió llevarse a cabo. 

Por otra parte, los recién llegados intentan transcribir los nombres de lugares que trasmiten los pobladores arabizados y escriben: Turga, Turyg… pero constatamos en documentos posteriores que se trata de Turche. Incluso su lectura se ajusta sin mucho problema con la fonética que escribiríamos hoy como Turx o Turch (es uno de los valores del dígrafo ig o yg, como hacemos con Roig o Puig).

A pesar de la falta de una confirmación arqueológica, cabe recordar una breve alusión a ciertos restos constructivos hecha por Constantí Llombart en su libro «La Suiza Valenciana» en un párrafo algo confuso, ya que no identifica las aguas de la cascada con el propio río Juanes pero indica que «Cerca del salto referido veíanse dos paredones de construcción morisca los que debieron servir para sostener algún canal de madera por medio del que se partían las aguas del río Buñol a fertilizar los campos inmediatos a la casa de campo llamada del Oliveral, situada al sur del río Juanes» (pág., 91). 

Volvamos a la documentación a falta de señales más claras sobre el terreno. Un documento muy interesante del mismo Pere Ferrandis concede a una familia de buñoleros andalusís muy importante una viña en un «logar (que) es apellado Turch», y en otro más, confirmando la anterior concesión y referido a la misma viña, podemos leer, ahora en latín, «in loco vocato Turch» (= en un lugar llamado Turch).

Definitivamente podemos asegurar, sin ninguna duda, que en tiempos de la invasión de catalanes y aragoneses de estas tierras en el lejano siglo XIII Buñol contaba con un reguero de alquerías, como denominaban sus habitantes a los dispersos núcleos de población que se distribuían en torno a la fortaleza central, y que una de ellas era Turx, la actual Turche.

Como decimos, y hemos escrito en otras ocasiones, podemos documentar los siguientes lugares poblados o alquerías en el término de Buñol: Alboraig (Alborache), Hiàtava (Yátova), Pardinella (Pardenillas), Millars (Mijares), Cuerna, Turch (Turche), Manzil Sucayna (Socaña), Benibonell (Mirabonell/Oliveral), Beniargén (Biachén), Benihualit (Hoya Gualí) Motrotón y algunos otros.

Ahora sólo cabe desear que el paraje, cuyo nombre recuerda la existencia de aquel poblado medieval, sea tratado con respeto, no sólo a su valor histórico y cultural, sino también a las cualidades ambientales que lo caracterizan y que pueden verse amenazadas por el peor de los depredadores y destructores de la naturaleza, el ser humano, el mismo que puso en evidencia las limitaciones, no ya del buen gusto, sino del mínimo respeto al entorno, acarreando cemento para construir un absurdo escenario para bandas de música cuyas partituras y cuyas vestimentas necesitaban ser impermeabilizadas para poder interpretar el primer, único y último concierto.

Manel Pastor i Madalena
Doctor en Historia Medieval

Instituto de Estudios
Comarcales de La Hoya de Buñol-Chiva

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