La influencia del linaje masculino en nuestra vida, según la mirada de las Constelaciones Familiares de Bert Hellinguer

Hombres y mujeres, todos, somos hijos e hijas de nuestros padres, que a su vez son hijos e hijas de nuestros abuelos, que son hijos e hijas de nuestros bisabuelos, y así hasta el principio de la humanidad.

Ya expliqué en un artículo anterior la importancia de la madre, de la abuela y del linaje femenino, cómo la llegada al mundo, a través de la madre, nos conecta con la vida y de ahí la importancia de tomar a la madre en nuestro corazón, independientemente del tipo de relación que tengamos con ella, para poder tener éxito en nuestra vida. 

Es tal el poder de la mujer que, a pesar de ser fecundada por un hombre, sin el que no sería posible su maternidad, ella tiene la última palabra sobre si tenerlo o no. Puede decidir abortar sin que el hombre pueda hacer nada para evitarlo y puede decidir ser madre aún cuándo el padre no quiera serlo.

Cuando la madre puede poner al padre en su corazón y puede reconocer y aceptar que escogió a ese hombre, independientemente de si su historia duró media hora, unos años o toda una vida, ese hijo es sano. 

En cambio cuando hay un rechazo de la madre hacia el hombre, está rechazando lo que viene de él y el hijo empieza a sentirse triste, apático, enfadado y se vuelve miedoso porque un 50% de él está siendo rechazado. Para que el hijo pueda ir al padre tiene que sentir que éste es aprobado por la madre y que tiene su permiso para quererlo.

Hellinger dice «la madre lo es todo» porque de ella nos viene la vida y es la madre quien entrega el hijo al padre, cuando empieza a caminar, para que el padre pueda mostrarle que hay un mundo más allá de la «teta» materna, siendo el padre quien nos da la fuerza para ir hacia la vida. 

A veces la madre cree que los hijos son de ella, los toma como rehenes y no confía en el padre para que los cuide. Otras veces es el padre quien decide marcharse y la madre se ve obligada a criar sin él a los hijos y les transmite la idea de que no tienen padre. Otras veces el padre muere cuando el hijo es pequeño y éste cree que debe ocupar su lugar para aliviar el dolor de la madre.

Si la madre excluye lo que viene del padre, su conducta, su pasado o su familia, si no respeta su árbol genealógico y la información que lleva de su clan, el niño, que carga esta información en su inconsciente, repetirá la conducta en un intento de incluir lo excluido.

Es importante que la madre recuerde que en algún momento y en algún lugar deseó al padre y aceptó el fruto de esa unión de la que nació el hijo. Eso permitirá darle al niño la opción de poder tener una mirada respetuosa hacia su padre. 

Quizá el padre sí que estaba pero crecimos pensando que «papá» sólo trabajaba y nunca estaba con nosotros, incluso podemos haber escuchado decir a nuestra madre o abuela que a nuestro padre no le importábamos y poco a poco aprendimos a rechazarlo. 

¿Alguna vez al desobedecer a tu madre te amenazó con la frase «¡ahora cuando venga tu padre verás!»? Hoy las cosas han cambiado pero hay muchas generaciones que han crecido teniéndole al padre más miedo que respeto. Y muchos padres que se vieron obligados a asumir el rol del «castigador, frío y distante, que no podía mostrar su vulnerabilidad ante sus hijos y mucho menos su ternura».

Cuando una madre no mira bien al padre de sus hijos éstos no pueden tomarlo en su corazón. Cuando el padre no es mirado con respeto el hijo no se siente respetado. 

Es importante no hablarle mal al niño de su padre y de lo que hace o deja de hacer porque eso genera un efecto nocivo que se reflejará en su forma de relacionarse con los demás en la edad adulta.

Si el padre no está integrado en el inconsciente es difícil mantener el éxito en la vida, ya que el padre representa la abundancia y es esencial para ganar dinero. Éxito y reconocimiento profesional, confianza para tomar decisiones, disciplina, fuerza para lograr nuestras metas y nuestros objetivos, capacidad de poner límites, seguridad y claridad mental, vienen del padre. 

La falta de fuerza interior por conflictos no resueltos con el padre pueden provocar: inseguridad permanente, dudas, dificultad para tomar decisiones, miedo a salir al mundo, sensación de ser imperfectos, insuficientes o no merecedores.

 Tomar al padre y todo lo que viene de él implica aceptar lo que vivió él y todos sus ancestros y tomar su fuerza para ir al mundo a triunfar. Si tu padre no tomó a su padre difícilmente va a poder transmitirte su fuerza. Y es probable que tu padre no pudiera tomar la fuerza de su padre porque tu abuelo no la tomó del suyo. El hombre toma la fuerza del hombre para poder ser padre y a veces hay un movimiento interrumpido en la línea paterna y eso impide que la fuerza pueda llegar hasta nosotros.

Conocer el pasado de nuestro sistema familiar nos ayuda a comprender lo que nos ocurre ahora y nos ayuda a solucionarlo. Casi todos los problemas que tenemos tienen que ver con la dificultad de tomar lo que los padres nos han dado y eso va hacia atrás, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

Es importante indagar en las circunstancias que vivió nuestro padre para entender su actitud con nosotros. 

¿Te has preguntado alguna vez de dónde viene tu padre, cuál fue su infancia, en qué situaciones creció y a qué se tuvo que enfrentar de niño? ¿Conoces qué historias implicaron de una manera difícil y dolorosa a tu padre con sus propios padres? ¿Te ha contado qué sucesos pudieron afectarle? Muchas de las cosas que tu padre vivió con sus propios padres las ha podido proyectar en ti, sus frustraciones, sus miedos, sus deseos no cumplidos, su rabia, sus etiquetas.

Quizá no fue el padre más presente, ni el más amable, seguramente no siempre hizo las cosas bien, solamente hizo lo que pudo y te dio lo que tenía para darte. Ni más, ni menos, lo que pudo.

En la medida que entiendes esto y tomas conciencia de tu papel y dejas de alimentar esos conflictos inconscientes que te unen a tu padre, todo empieza a sanar y se puede restablecer el flujo de amor perdido que lleva de nuevo a que tú, como hijo, puedas estar en orden con la vida, con tu trabajo, con tus objetivos y con tus metas. El alma y el inconsciente no juzgan, incluyen, es el consciente el que interpreta y juzga. 

Y recuerda que una cosa es la relación y otra el vínculo. El vínculo es eterno y no se trata de ir a verlo o hablar con él, ni siquiera tiene que caerte bien, ni tienes que estar de acuerdo, sólo tienes que darle un lugar en el corazón, un reconocimiento de su existencia. Recuerda que sin él tú no existirías y no podrías disfrutar de la magia de la vida.

Si quieres reflexionar sobre cómo es la relación con tu padre te invito a contestar a estas preguntas:

· ¿Qué imagen tienes de tu padre?

· ¿Qué piensas de él y de cómo hizo las cosas contigo en tu infancia?

· ¿Crees que tú lo haces o lo habrías hecho mejor?

· ¿Qué hizo tu padre con su vida? ¿Y contigo?

· ¿Cual es tu dinámica, cual es tu forma de relacionarte con tu padre?

· ¿Qué es lo que te separa de tu padre o qué necesitas hacer tú?

· ¿Qué te decía tu madre acerca de tu padre?

· ¿Que te decía tu abuela acerca de tu abuelo?

A veces los padres no fueron capaces de dar amor a sus hijos y lo hacen con sus nietos: «tu padre te ama a través de tus hijos».

Se puede mirar al padre con buenos ojos para entender qué le pasó, por qué no pudo estar como a ti te hubiera gustado, y eso te ayudará a darte cuenta del amor que todavía queda entre tú y él. 

Para restaurar el flujo de energía en tu línea paterna y sentir la fuerza que te llega de ellos, puedes hacer el siguiente ejercicio meditativo:

Imagina detrás de ti a tu padre, detrás de tu padre a tu abuelo, detrás de tu abuelo a tu bisabuelo, y detrás a tu tatarabuelo. 

Internamente te das la vuelta para mirarlos y les dices a todos:

«Mis queridos ancestros, os veo, os reconozco como parte de la familia, os doy un lugar, veo vuestro dolor, veo vuestra tristeza, veo que seguramente no fue fácil y veo vuestra grandeza. Más allá de vuestra coraza de guerrero veo el amor y la ternura. Gracias por haberme facilitado el camino que hoy transito. Sí a todo, tal y como fue. Honro vuestro destino permitiendo que las cosas sean como han sido. Y lo dejo con vosotros. Me libero y os libero. Ahora yo me sostengo y me ocupo de mi vida, a mi manera. Con amor y por amor os suelto y en mi corazón seguís latiendo».

Algunas frases sanadoras que puede decir la madre a sus hijos (verbalmente o internamente):

· «Te permito y te doy permiso para que ames a tu padre tanto como me amas a mi»

· «Te doy permiso para que vayas con tu padre, él te dio la vida tanto como yo»

· «Para mí él es el mejor»

Algunas frases sanadoras que puedes decirle a tu padre (aunque sea mentalmente, en tu interior)

· «Tal y como eres para mí eres perfecto»

· «Gracias porque con lo que me diste fue suficiente»

· «Tomo lo que me has podido dar y dejo de reclamarte lo que no pudiste darme»

Un hijo sólo puede estar en paz consigo mismo y encontrar su identidad si está en paz con los padres y para eso tiene que tomar y reconocer a sus padres tal y como son, renunciando a la idea de unos padres ideales, no reales. 

Todo lo que está en nuestros padres está en nosotros y es importante estar de acuerdo con que sean nuestros padres, con todas las consecuencias que eso pueda tener en nosotros. Tomando lo bueno de lo que nos dieron y confiando en que sabremos hacer algo bueno con eso. 

Asentir a los padres y a la vida nos ayuda a conectar con nuestra fuerza y tomar la fuerza que nos llega de los padres nos permite reconocemos como adultos y encarar las dificultades de la vida.

Blanca Marzo Zanón
Coach de salud

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