Buñol es para mí muchas cosas: es salir a la calle y saludar a las vecinas, pasear por el castillo, el olor del horno desde el puente o el del invierno cuando llega el frío, salir a la puerta de casa a tomar el fresco en las noches de verano, quedar a tomar un helado después de cenar, los domingos de paella en casa de mi abuela, pasear y escuchar a los músicos tocando en sus casas, la alegría que se respira la semana de Ferias, el rojo del tomate, pasturar la mona en el Roquillo, salir del cole y merendar por Borrunes, hacer de todo una fiesta…
Qué va a ser para mí Buñol si no un hogar, un refugio, un cajón de recuerdos que se mantienen vivos. Son las raíces de mi historia, una historia que, a pesar de que durante años traté de borrar, el tiempo y las personas me han guiado de nuevo a mi pueblo, para quererlo y apreciarlo. Y no sólo eso, sino también disfrutarlo.
Encuentro en sus calles y su gente el calor de una casa, la mía, y reconozco pertenecer con orgullo a este lugar que nos une. Y hoy siento que nos une todavía más, pues en cada paso personal que doy es para mí un apoyo incondicional el amor que recibo y el cariño que los buñoleros y buñoleras me regalan. Eso no tiene precio.
Buñol es historia, son generaciones cargadas de vivencias, de recuerdos, de memorias, y somos los que estamos ahora quienes debemos seguir construyendo un Buñol que no se quede en el olvido, que siga perdurando en el tiempo y que continúe viéndonos crecer.
Podré irme muy lejos y moverme de un lado a otro del mundo, pero siempre estará Buñol recibiéndome con los brazos abiertos y esa es la mayor suerte que alguien puede tener.
Regina Martínez Álvarez
Creadora de «Ni más ni mano»