The Leftovers: esa gran desconocida

Hola amig@s seriéfil@s. Después de un tiempo, nos volvernos a encontrar en este espacio para hablar de lo que nos gusta, la ficción. Porque, oye, para padecer ya tenemos una realidad cada vez más difícil de digerir. 

Mientras este mes se estrena por fin el esperadísimo desenlace de Juego de Tronos, esa auténtica epopeya fantástica que ha revolucionado el mundo de las grandes series, en estos meses que han pasado desde nuestro último encuentro quiero destacar las buenísimas 2as entregas de “The Deuce” y “El cuento de la criada” (ya comentadas en números anteriores) y el inesperado regreso de “True detective” , que irrumpe con un nuevo caso cuando ya creíamos liquidada aquella serie de la que tanto nos encantó su primera entrega y nos defraudó la segunda. Esta tercera entrega retoma la enorme calidad e intensidad de la primera temporada. Ambientada magistralmente en tres lineas temporales, con una atmósfera inquietante y giros sorpresivos, tiene todos los ingredientes para disfrutarla en una maratón pascuera. Pero vamos con material nuevo para vuestro paladar.

Empiezo con El alienista, un estreno del pasado año, basado en la novela de Caleb Carr con el mismo nombre. La trama transcurre en los bajos fondos del Nueva York de finales del S XIX, donde la pobreza, la inmigración y la prostitución infantil son el escenario de una serie de atroces crímenes sexuales en serie de niños pobres, perpetrados por una mente enferma. Ahí es donde aparece la figura del Alienista, una suerte de psiquiatra (antes de que se acuñara esta especialidad) que se encarga de estudiar las enfermedades mentales y el origen que puedan tener. En este caso se propone investigar, junto a un amigo periodista, las razones que han podido llevar al autor de los citados crímenes para, de una parte satisfacer la curiosidad profesional, y de otra atraparlo, para que no continué con sus salvajes fantasías asesinas. En lo que acaba convirtiéndose en una cruzada personal, también le acompañará la única mujer que trabaja en el departamento de policía que, desobedeciendo el papel irrelevante que le toca asumir en la comisaría, se involucrará en este caso junto al alienista hasta las últimas consecuencias. La serie toca aspectos muy interesantes como la incipiente corrupción policial de la época y su ya entonces función principal de salvaguardar únicamente los intereses de las clases pudientes. Es esta una serie que en su primera temporada –ya se ha firmado una segunda–, tiene todo lo que podemos buscar en una serie de calidad: una ambientación perfecta, cuidadísima presentación de los personajes, rigor histórico (aparecen personajes históricos como el siniestro banquero J.P Morgan o el mismísimo Theodor Roosvelt) y una trama que te tiene en vilo hasta el último episodio. Por si fuera poco, destaca la extraordinaria interpretación del actor hispano-alemán Daniel Brühl en el papel del Alienista y una enorme Dakota Fanning que vuelve por sus fueros, después de varios años dando bandazos por hollywood. La podéis encontrar en Netflix. 

En segundo lugar, quiero hablaros de Ozark, una serie, también de Netflix, que ya cuenta con 2 temporadas y que ha sido todo un descubrimiento para mi. Aunque parte de una premisa –un asesor financiero que lava dinero negro de un narco mexicano– que puede parecer no demasiado original, la serie va evolucionando hacia unos derroteros que despiertan el interés en cada nuevo capítulo. Con escenas no exentas de violencia explícita, Ozark no se limita a describir la vida de la familia protagonista, sino que explora las vidas de otros personajes, retratando perfectamente las diferencias culturales y desigualdades sociales que existen en un modesto complejo turístico situado en el lago Ozark (Missouri), escenario radicalmente diferente de la urbanización adinerada de Chicago de la que procede la familia protagonista, desde donde tiene que huir porque el socio del protagonista se ha pasado de listo con el dinero del narcotraficante. Lo que más atrae de esta serie es el ritmo frenético con el que transcurre y que va llevando a Martin Byrde –enorme Jason Bateman– a improvisar sobre la marcha soluciones para salvar su vida y la de su familia de las amenazas del capo mexicano de la droga. Destaca la gran actuación de la también actriz cinematográfica Laura Linney en el papel de esposa sin escrúpulos con pasado en el mundo de la política, que le ayudará a evitar el abismo que se va asomando en cada episodio. No os la perdáis. 

Para el final dejo la que, bajo mi opinión, es una de las grandes obras maestras en la ficción por episodios y que me atrevo a colocar en mi top 5 de mejores series. The leftovers, una producción de HBO que había pasado desapercibida para un servidor. Es una serie ya acabada en 3 temporadas, cuya primera de ellas está basada en la novela con el mismo nombre de Tom Perrotta quien, junto a Damon Lindelof, desarrollan una historia propia en las dos siguientes. La serie comienza con un evento inexplicable en el que desaparece el 2% de la población mundial. De repente, muchas familias han visto desvanecerse a varios de sus seres queridos sin explicación alguna. No podemos encasillar a The Leftovers en ningún género concreto; a veces parece una serie de ciencia-ficción, otras una comedia, a veces incluso apunta a thriller psicológico. Eso sí, en cada uno de esos momentos lo que siempre prevalece es el drama, que alcanza cotas enormes de emoción en cada uno de los capítulos que conforman la serie, magistralmente acompañados por una bellísima banda sonora –no dejéis de buscarla– compuesta por Max Richter. Aunque el reparto es coral en la primera temporada, en las 2 siguientes se centra algo más en la relación de Kevin Garvey, jefe de policía de un suburbio de Nueva York y de Nora Durst, una mujer que ha perdido a su marido y sus dos hijos en el evento de la desaparición inicial. 

El verdadero mérito de The Leftovers es observar en cada capítulo que pasa, que aunque parece que no avanza hacia ninguna parte, lo hace de una forma tan maravillosa y tan loca, que lo disfrutas como un niño pequeño. En especial, en la segunda temporada, hay un giro tan bizarro de los acontecimientos, que por momentos piensas si David Lynch haya podido participar en el guión. Pero –que me perdonen los fans de Lynch– así como en las pelis del creador de Twin Peaks, cuando las acabas tienes la sensación de no haberte enterado de nada y muchas veces crees haber perdido el tiempo, en The Leftovers no te importa no poder ni saber resolver el enigma que plantea al inicio la desaparición del 2% de la población. La serie no quiere que sepas. Quiere que imagines, que creas. Y ahí es donde te atrapa. Porque abre tantas puertas y plantea tantos dilemas, que según va avanzando la serie, olvidas las preguntas y te centras en cada escena, cuidada y narrada con una creatividad , una intensidad y una emoción, que un servidor –y el que les habla ha visto muchas– no ha visto en ninguna otra serie. The Leftovers nos habla de los miedos y los conflictos que nos surgen de las distintas formas de afrontar la pérdida de nuestros seres queridos. De dónde nos refugiamos, a qué métodos recurrimos y a qué nos agarramos para sobrellevar esa pérdida. Reflexiona sobre la vida y la muerte a través de guiños a supersticiones, mitos, referencias y creencias religiosas y a los fanatismos que surgen de estas. Pero sobretodo, The Leftovers  es una oda al amor sin cortapisas que, desprovisto de todo romanticismo y poniendo toda la carne en el asador, ejerce de hilo conductor de toda la serie. Puede que cuando la veáis, no experimentéis como yo, la dulce sensación de que te rompan la cabeza en mil pedazos y disfrutes de ello, pero asumir el riesgo de verla valdrá muchísimo la pena. 

Nos vemos en el próximo episodio.

Jose Guerrero Moliner
aFICCIONado

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