Buñoleras ilustres: Concha Criado Mañez (Villanueva del Grao 1897-Valencia 1987)

Estamos ante una ilustre buñolera –si no por nacimiento, sí por convicción y estirpe– que en los albores del pasado siglo, cuando el término «feminismo» era casi un desconocido, fue pionera en varios ámbitos sociales. A saber: fue la primera médica rural de España; la primera mujer en obtener, en propiedad, plaza de médico titular de un municipio; y una de las primeras en obtener el permiso de circulación y en tener coche propio… Sin saberlo ni pretenderlo, Concha, con su esfuerzo y su ejemplo, hizo mucho por la causa y derechos de la mujer.

La activista australiana G.D. Anderson, dice del feminismo: «no se trata de hacer a las mujeres más fuertes. Las mujeres ya son fuertes. Se trata de cambiar la forma en que el mundo percibe esa fuerza». Y esa fuerza siempre existió porque, en el siglo I de nuestra era, ya la mostró Hipatia de Alejandría que fue, nada menos que filósofa, matemática y astrónoma. 

A partir del siglo XIX –al principio, con cuentagotas– la mujer ha ido ocupando el lugar en la sociedad que por derecho le corresponde. Precisamente Concha representa una de esas valiosas mujeres que, a principios del siglo XX, rompió moldes y, si se me permite, cadenas. Y ya, sin más preámbulo, vayamos con la historia de nuestra ilustre paisana.

La Dra. Concha Criado Mañez, aunque buñolera por los cuatro costados, nace un 22 de enero de 1897 en Villanueva del Grao que, junto a Pueblo Nuevo del Mar, eran dos pueblecitos de pescadores que hoy conocemos como Cabañal-Cañamelar. El mismo año que nació Concha, estos municipios fueron integrados en Valencia, la gran urbe vecina. 

Concha es hija de Indalecio Criado Robredo y Concha Mañez Ferrer, ambos de Buñol, al igual que sus abuelos paternos y maternos. Tiene dos hermanas: Manuela y María del Olvido. Obviamente, la familia Criado-Mañez disfruta de un buen estatus económico y esto les permite que dos de sus hijas, Olvido y Concha, tras el bachillerato, se matriculen en magisterio. Pero, curiosamente, Concha, aconsejada por una de sus profesoras, que ve en ella otras aptitudes e inclinaciones, se matricula en la Facultad de Medicina de Valencia. Pocos en esa época, y menos siendo mujer, acceden a la formación universitaria.

El hecho de que Concha nazca en Villanueva del Grao se debe a que su padre es comerciante y tiene allí establecido su negocio de vinos que, entre otros destinos, exporta a Marsella, vía marítima.

Entre 1913 y 1917 Concha cursa el bachillerato en la Escuela Normal de Valencia. Después cursa el preparatorio de medicina y en 1924, con 26 años, obtiene su licenciatura en medicina y cirugía, por la Universidad de Valencia, obteniendo catorce sobresalientes y siete matrículas de honor. Todavía en esa época una mujer médica era una rara avis, pese a que la primera mujer que lo fue en España se licenció en 1882. Después Concha marcha a la ILE (Institución Libre de Enseñanza), fijando su residencia en la «Residencia de Señoritas de Madrid». Parece ser que en la ILE hizo parte de la especialidad de oftalmología, que después completaría en Burdeos (Francia), junto con otros treinta y cinco colegas, todos ellos hombres.

De forma un tanto casual comienza a ejercer como médica en Carcelén (Albacete), un pequeño pueblo de unos mil quinientos habitantes. Según cuentan, en 1926, hay en dicho pueblo una epidemia importante de gripe que afecta al médico y, ante la necesidad de buscarle sustituto, alguien recuerda que la maestra, María del Olvido Criado, tiene una hermana médica. Se lo proponen a Concha, quien no duda en aceptar dicha suplencia. 

Allí tiene que emplearse a fondo para controlar la epidemia pero, finalmente, lo consigue. Después sucede que el médico titular es un muchacho joven que pretende irse y, como las autoridades y vecinos están muy contentos con ella, le piden que acepte quedarse. Concha acepta, aunque, en esa época, es complicado y duro el ejercicio de la medicina rural. 

Los profesionales reivindicaban que fuese el estado quien abonase sus honorarios, ya que dependían del alcalde que, en la mayoría de los casos, era el cacique local, cuyas decisiones o caprichos eran inapelables. Y es en ese contexto, cuando la prensa española de la época presenta a Concha como la primera médica rural de España.

Concha ejerce tres años en Carcelén, ganándose el respeto y el cariño de todos. Atiende su consulta de oftalmología y, además, como médico de familia realiza visitas domiciliarias por calles, muchas veces embarradas. Así era el ejercicio de la medicina rural de la época. Lo insólito, en este caso, es que lo desempeña una mujer. Concha también trabaja por la higiene local y consigue mejorar sensiblemente la conducción del agua potable, así como otras mejoras de luz y ventilación para la escuela. 

Como oftalmóloga realiza con éxito, en su clínica, varias cirugías de cataratas a personas mayores del pueblo y, como volvían a ver bien, se hablaba mucho de que sus manos «tenían virtud». 

Como anécdota de su estancia en Carcelén, cuenta Concha, en una entrevista periodística, haber tenido algún «disgustillo» con algún que otro antifeminista… «Es lo menos que le puede pasar a una… Ya se cuenta con eso cuando empiezas a trabajar… Un colega, ya anciano, se negó a pasar consulta conmigo por considerarme una mocosa que ni siquiera tendría el título».

Y es precisamente en Carcelén donde conoce al que sería su marido. Ocurre que ella, por ser mujer, no puede hacer el reconocimiento a los «quintos» (los mozos de Carcelén, que eran llamados al servicio militar). Entonces tiene que llamar a su colega de Pozo Lorente, un pueblo cercano, para que efectúe dicho reconocimiento. Y es así como Concha conoce a su colega, José Albalat García, con el que poco a poco establece una relación sentimental que acabaría en matrimonio. Es por esa época cuando se convierte en una de las primeras mujeres de España, en obtener el permiso de circulación y tener su coche propio, un Fiat «Balilla». De haber estado casada habría necesitado el permiso del marido. Este logro de Concha, al parecer, influye en el hecho de que su novio, por no ser menos, se compre otro coche.

Concha y José contraen matrimonio en Buñol el 7 de octubre de 1929 y, corriendo el tiempo, tienen dos hijas: Mireya, fallecida en Valencia en 2019 y Concha, nuestra informadora. Esta última, siguiendo la estela de sus progenitores, también es médica, ya jubilada. Justo veinte días después de la boda, Concha obtiene en propiedad la plaza de médico titular de Xirivella. El diario La Correspondencia de Valencia, de fecha 29 de octubre de 1929, en su página 2, daba así la noticia: «…ha sido nombrada médico titular de Chirivella la señorita doña María de la Concepción Criado, siendo en España el primer caso en que recae un nombramiento de esta índole en persona del sexo femenino». A diferencia de la plaza de Carcelén, esta es por oposición y convocada por el estado, es decir, empleo público. Precisamente en Xirivella, donde es muy apreciada por el pueblo, le sorprende la Guerra Civil.

En 1939, terminada la guerra, Concha y José se mudan a vivir a Valencia, donde montan una consulta compartida en la calle María Cristina, en la que trabajaron con notable éxito. José fallece en 1978 y Concha en 1987. Ambos reposan en el panteón familiar del Cementerio General de Valencia. 

Creemos que Concha, por su singularidad y por haber sido una mujer pionera en tantos ámbitos sociales, merece que se le dedique una calle en Buñol. 

Del libro «La Villa de Buñol en el tiempo»
(2ª edición – 2022). Con permiso de su autor.

Fuente de imágenes y datos: Dra. Concha Albalat Criado; Archivo Parroquial de Buñol; José Luis Fresquet Febrer (Profesor de la Universidad de Valencia). 

Juan Simón Lahuerta
Buñolerómano

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